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Ruta y decisión

29 de noviembre de 2023 00:04

El cuadro electoral ha sido presentado en sociedad. Los actores principales están iniciando sus representaciones frente al votante. Los contendientes y sus acompañantes afinan sus voces y vestuario para llamar la atención de los diferentes auditorios a los que piensan atraer. Los quieren en sus cercanías y prestos al apoyo de sus visiones y programas concretos. Creen tener las propuestas y el atractivo que los conducirán a ocupar los distintos y muy numerosos cargos públicos en juego. La Presidencia de la República es la pieza central de esta disputa. El punto de fuga hacia donde tienden los intereses de mayor peso. El elemento central, alrededor del cual se irán afiliando todas las demás, sin distingo de partido. La fuerza gravitacional que despliega se irradia por todos los confines. La tornan, entonces, tan irresistible como para no despegar la mirada de ella.

Pero las demás posiciones, miles de ellas, completan el panorama de eso que bien puede llamarse tablero del poder. Y ahí, por dentro y por fuera, forman todo ese enjambre de ansias y ambiciones que emplearán gran cúmulo de energía e imaginación para lograr subirse al carro de la momentánea, actual historia. Una que puede también convertirse, por el mismo empuje transformador que la precede, en otra que trascienda y se empareje con la corriente principal, la que puede tildarse como recordable. Gubernaturas, presidencias municipales, síndicos, legisladores locales y el gran conjunto de senadores y diputados federales. Todas estas últimas posiciones y sus ocupantes que darán vida al central Congreso de la Unión. Ese otro poder, complemento indispensable del Ejecutivo para que, juntos, puedan delinear los fundamentos y formas legales del quehacer público. Ahí, en ese espacio reglamentado, le dan forma a un rejuego de pasiones que se apiñan en la llamada campaña electoral, ya en movimiento.

Y eso es precisamente el cuadro que ya se puede distinguir con claridad suficiente como para dar cauce y formar las ideas que le darán cuerpo y sustancia a esta enconada lucha por el poder.

En cuanto a los pretendientes a sustituir al oficialismo encontraron un giro pretendidamente novedoso: le llamaron Fuerza y Corazón por México. Pero que son, sin sutilezas que logren disimular, los muy conocidos partidos: PRI, PAN y PRD. Una triada que, sin disfraces que valgan, se conoce como PRIAN. Ahí, en ese receptáculo, se apiña un conjunto de dirigentes suficientemente conocidos. Unos que se adjudican la potestad de repartirse la mayoría de los cargos anhelados por sus correligionarios. Un amplísimo racimo que nunca parece bastar para satisfacer destapadas pretensiones personales. Y en el rol estelar de este lado de la campaña se desarrolla otro drama que no logra cuajar. O, mejor dicho, aparece una figura que ya puso en juego lo que, en realidad, tenía: un mucho de desplantes y otro poco de sustancia. Una mujer, la señora Xóchitl Gálvez, a la que alentaron a ocupar un papel principal sin, al parecer, contar con los arrestos para ello. Y ahí va, retozando por sitios del país que, hasta el presente, no le acercan significado alguno. Ella sigue tal y como es, sin añadir gran cosa a su figura. La que se presentó como gran novedad mediática, fue inflada, hasta la desmesura, por la opinocracia y los mismos medios opositores al gobierno. Con su versión de mujer salida de la pobreza, hecha a sí misma con tesón, universitaria triunfadora, el verdadero antídoto a la narrativa de Morena y su “primero los pobres” exclamaron al unísono. Un éxito asegurado visualizaron ayer. Ahora es, precisamente, lo que, angustiadamente, le reclaman: volver a ese girón de prendas reales y prometedoras y alejarse de la influencia partidista que la agobia. Vana pretensión de consejeros áulicos cotidianos. La campaña, que sus mismos aliados denuestan asegurando que no despega. En verdad, va girando sobre sus propias y ciertas capacidades, ni más ni menos. Esto, que ahora se le ve, es lo que tenía y no más de ello.

En el otro lado del cuadro camina un carrusel de personajes que se ha integrado con efectivo pegamento de altura. Saben adónde ir y despliegan argumentos de continuidad que los ensartan con las aspiraciones del pueblo al que apelan. La doctora Sheinbaum, una académica formada en las filas de la izquierda y sumada al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) hace gala y se apega a su aportación. Muy a pesar de las acusaciones de ser atropellada por el Presidente, ella se arropa en lo que ha contribuido a edificar. Es, ella, parte constitutiva del partido, de sus logros y de sus adicionales proyectos de transformación. No se apartará de esa ruta por más fáciles consejos que le soplen en los medios. No tiene por qué distanciarse de lo logrado por un gobierno del que formó parte básica, elemental. Desde esa tesitura va dirigiendo, con paso constante y firme, la troupe que la acompaña y complementa.



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