Guadalajara, Jal. Un ambiente de libertad y encuentro se dio el primer fin de semana en la edición 37 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, con la nutrida visita del público joven que este domingo llenó los pasillos en pos de libros y por las diversas posibilidades lectoras y de reflexión.
La jornada fue protagonizada por la autora italiana Dacia Maraini, que abrió el Salón Literario Carlos Fuentes. También se desarrollaron conversaciones en torno a la literatura creada con inteligencia artificial, se habló de androides y literatura de romance, de Mafalda, Pancho Villa en la cultura y de la adaptación de libros al cine, además de decenas de presentaciones editoriales.
Desde la apertura este día, las filas de jóvenes con su contagioso entusiasmo se notó en los accesos del encuentro libresco, aunque el número de menores y adultos parecía muy similar. A ambos grupos los recibió el pabellón de la Unión Europea, que como invitado propuso un espacio distinto a los años anteriores, ya que no se limita a un costado del pasillo, sino que los visitantes que acceden desde la entrada principal tienen que pasar al centro, mientras a derecha e izquierda se desarrollan charlas con escritores y diplomáticos europeos; también hay una librería que muestra y vende títulos de los autores de la delegación invitada.
El pabellón exhibe una variedad de colores y niveles que llaman la atención del público, en rojo, azul, amarillo y negro, y telas suspendidas que dan la impresión de nubes con los mismos colores. Recuerda lo mismo una plaza pública que un teatro antiguo con graderío cárdeno.
También aparece como un mar azul, rodeado de costas rojas y amarillas que atestiguan las constantes conversaciones que dan diversos ponentes en la variedad políglota traída desde el Viejo Continente.
Ya en los pasillos, predomina el español y se puede captar el muestrario de idiomas. Uno de los asiduos visitantes a la FIL comentó su sensación con una palabra que rápidamente le viene a la mente: libertad
.
Una cita editorial
Un poco más allá, una mujer se sinceraba con su acompañante: venir a la feria es encontrarse a personas
. Pero es evidente que libros también. Lo atestiguan la multitud de compradores en los grandes espacios del Fondo de Cultura Económica, Penguin Random House, Planeta, Siglo XXI Editores, Universidad Nacional Autónoma de México, Océano, Porrúa y toda la gama de editoriales asentadas o propias de nuestro país.
Los pasillos del recinto ferial lucieron abarrotados de ávidos lectores. Foto Arturo Campos Cedillo
La Universidad Autónoma Metropolitana, bajo la leyenda Medio siglo de libros, ostenta su oferta cultural en un colorido y amplio estand y trajo a esta feria una oferta de mil 300 títulos y diversas presentaciones de las alrededor de 60 novedades.
En otro pasillo, la propuesta gráfica del sello Edelvives reclama la atención de los paseantes con la mirada conmovedora de cuatro jovencitas creadas por el ilustrador Antonio Lorente.
En el área internacional se asientan estos nueve días pequeños sellos y buena parte de la variedad de temáticas y formatos que hacen incompleta una descripción o listado.
Las conversaciones giran desde el reconocimiento de una joven de que esta es la feria del libro más grande, a la mujer que recomienda a sus compañeras al escritor francés Pascal Quignard y las guía hasta la editorial y el módulo de Colofón para mostrarles uno de sus títulos, les despliega el gusto por el narrador y se puede pensar que es central en la visita.
Al fondo del área nacional se encuentra FIL Niños, que muestra la enorme energía de los pequeños. El menor que camina bailando, los chicos que dibujan, leen sus ejemplares o revisan los exhibidos; la niña que conduce a sus padres en un paseo alegre y caótico.
Más allá, la profusión de talleres, los juegos y rompecabezas mostrados a los niños que cantan o tararean en brazos de sus padres. Son centenares de pequeños.
En uno de los espacios escalonados frente al área nacional, adolescentes intercambian tarjetas, otros textean y hay los que revisan sus bolsas repletas de libros o reposan relajados. Un poco más allá una pareja mayor se detiene para acomodar los casi 20 ejemplares que llevan. De pronto los encuentra su nieta y corre hacia ellos. Tras abrazarlos les presume que leyó un libro muy grande en cinco minutos. Resignada, la abuela comentó: debí haber traído mi bolsa de mandado
.
Es un día de libros, conversaciones políticas, de oralidades emanadas y diversas sobre los textos que enriquecen y a veces se discuten. Una jornada de descanso entre letras en la FIL de Guadalajara.