Se calcula que Hamas sustrajo a unas 245 personas de territorio israelí en su ataque del 7 de octubre pasado. De ellas, cuatro fueron liberadas voluntariamente por el grupo armado, y una soldado fue rescatada por el ejército de Tel Aviv.
El primer ministro Benjamin Netanyahu fue enfático en que el alto el fuego (de cuatro días), necesario para la salida de los rehenes, y que permitirá el ingreso de ayuda humanitaria, de ninguna manera se traducirá en un alto el fuego permanente, lo cual tildó de tontería. El premier insistió en dejar claro que estamos en guerra y la continuaremos hasta que logremos todos nuestros objetivos: eliminar a Hamas, devolver a todos los rehenes y desaparecidos y garantizar que no habrá ninguna amenaza para Israel en Gaza
.
La ministra de Inteligencia, Gila Gamliel, despejó cualquier duda acerca de cómo entiende el gobierno de ultraderecha el fin de cualquier amenaza para Israel. El domingo, la alta funcionaria llamó a expulsar a todos los palestinos de Gaza y promover su reasentamiento voluntario
en países de acogida
, es decir, a desaparecer esa parte de Palestina.
Dos terceras partes de los 2.4 millones de habitantes de la franja ya fueron desplazados por los bombardeos inmisericordes de las fuerzas armadas israelíes, y 80 por ciento de los gazatíes son refugiados o descendientes de los 760 mil palestinos cuyas tierras fueron robadas para crear el Estado de Israel en 1948, por lo que la propuesta del partido Likud significa culminar el despojo comenzado hace 75 años.
Antes del inicio de la actual operación de exterminio, Israel mantenía a 5 mil rehenes (eufemísticamente llamados prisioneros) palestinos en su poder, y la cifra se ha duplicado desde entonces.
En estas semanas, Tel Aviv ha secuestrado a 4 mil trabajadores gazatíes que se encontraban en Israel en el momento del ataque lanzado por Hamas, además de abducir a más de un millar de personas en redadas en Cisjordania y Jerusalén Este.
Se calcula que las hostilidades han causado unos mil 200 muertos (número que no se ha movido en más de un mes) y cerca de 5 mil 500 heridos en Israel, mientras en la franja de Gaza los fallecidos ascienden a 13 mil 300 y los heridos a más de 31 mil.
Estas cifras crecen cada minuto debido a los bombardeos israelíes contra hospitales, escuelas, campos de refugiados, edificios habitacionales, instalaciones de la ONU y todo tipo de infraestructuras claramente civiles.
Cuando un bando pierde mil por ciento más vidas que su agresor, no puede hablarse de una guerra: los únicos términos apropiados son los de masacre y genocidio.
En este contexto, cabe manifestar alivio por la puesta en libertad de una parte de los civiles secuestrados por ambos lados, pero es imperativo insistir en un cese completo de la limpieza étnica perpetrada contra el pueblo palestino, así como en el reconocimiento por parte de Israel de que la única salida realista, legal y apegada a los derechos humanos para los problemas de inseguridad que padecen sus ciudadanos a causa de la resistencia palestina al despojo colonialista pasa por el establecimiento del Estado palestino y la devolución de tierras de acuerdo con las fronteras de 1967, tal como lo ha determinado la comunidad internacional a través de una serie de resoluciones de Naciones Unidas.