La violencia regresó al estadio de Maracaná en Río de Janeiro. Apenas a principios de noviembre los enfrentamientos entre hinchas de los clubes Boca Juniors de Argentina y el Fluminense de Brasil ensombrecieron la final de la Copa Libertadores en esa mítica cancha. Anoche, el duelo más esperado de las eliminatorias de la Conmebol entre la Albiceleste y la Verdamarela vivió episodios de caos antes del partido que pusieron en duda la realización.
En las gradas del Marcaná los seguidores de una y otra selección se enfrentaron mientras aguardaban el inicio del duelo. Tras los choques entre aficiones, la policía intervino y aquello subió de volumen.
Los enfrentamientos entre aficionados y policía provocó terror entre los asistentes que no estaban involucrados, algunos incluso saltaron ala cancha en busca de refugio. Una mujer con los colores de Brasil trató de proteger a sus niños en los confines del campo de juego. Las escenas revivían los momentos más dramáticos de la violencia en el futbol.
La ceremonia de los himnos nacionales había comenzado cuando estallaron las peleas en el Maracaná. Jugadores de ambas selecciones se acercaron a la zona de la tribuna donde se presentaban los enfrentamientos más intensos.
Ante el desorden que se expandía en las tribunas, el arquero argentino Emiliano Martínez se acercó al borde de la grada para reclamare a la policía que pusieron un alto a la violencia. Luego, el astro argentino Lionel Messi hizo una indicación al árbitro, y los jugadores de los vigentes campeones mundiales se marcharon a los vestuarios siete minutos después de la hora que estaba establecida para inicio del partido.
"No jugamos, nos vamos", dijo Messi en imágenes captadas por la transmisión oficial antes de liderar el retorno a los camerinos. Los futbolistas de Brasil seguían en el campo de juego.
Después de media hora de demora y la intervención en la cancha de dirigentes de la federación argentina, el partido por las eliminatorias mundialistas de Sudamérica pudo arrancar.
El Maracaná estaba repleto al agotarse las 69 mil entradas que fueron puestas a la venta.
En el previo Brasil-Argentina por las eliminatorias, en septiembre de 2021, el partido fue suspendido en medio del caos en un estadio de Sao Paulo por el incumplimiento de los protocolos contra la pandemia de coronavirus. Funcionarios brasileños de sanidad pública ingresaron a la cancha, apenas unos minutos después del silbatazo inicial, para constatar si cuatro jugadores argentinos habían cumplido con el requisito de cuarentena.