Como un faro destellante en medio de una tormenta, miles de médicos cubanos han estado para iluminar el sendero y trazar un camino diferente para muchos que se han quedado varados a causa del clima tan intempestivo. En un mundo donde el número de médicos para atender las distintas enfermedades es cada vez insuficiente, los médicos cubanos formados después de la revolución han dado cátedra de servicio al ponerse al frente de batalla cuando más han sido requeridos.
Sin embargo, esto no se ha forjado de la noche a la mañana. Han sido años de ideas incubadas que paulatinamente han ido desarrollándose con el paso de la historia. Es, sin duda, el producto de una revolución que trajo consigo la dignidad que tantas veces había sido pisoteada por los embates del imperialismo estadunidense. Una revolución que ha conseguido atajar a tiempo las acometidas del neoliberalismo en el ámbito de la salud y ha logrado dignificar la profesión del médico.
Tal ha sido su hazaña que, tras 58 años de haberse graduado la primera generación de médicos bajo la dirección de una racionalidad distinta a la que había predominado en Cuba, podemos apreciar el arduo trabajo realizado por una revolución que tomó por asalto el poder el 1º de enero de 1959. Dicha proeza ha alcanzado un prestigio mundial gracias a los miles de médicos que, desde entonces, han ofrendado su conocimiento a fin de salvaguardar las vidas de los más desfavorecidos del mundo. La labor emprendida por los médicos cubanos rompe por completo con los esquemas que ha producido el sistema capitalista en su fase neoliberal.
Cuba, pese a estar asediada económica y mediáticamente por las fauces imperialistas de Estados Unidos y haber resistido ante la fuga de cerca de 3 mil médicos que fueron alevosamente atraídos por el modo de vida estadunidense en los primeros años después de la revolución, ha dado muestras de grandeza al haberse concentrado denodadamente y sin descanso a formar médicos con una consciencia social profunda sobre la situación que guarda el mundo con respecto a la salud.
No obstante, por más ataques contra la isla, jamás han retrocedido en su afán de alcanzar la formación de médicos listos a ofrendar su vida en aras del mejoramiento de sus pacientes. Ninguna acción fue capaz de medrar ni un ápice la idea de desarrollar un sistema de salud público dispuesto a combatir las enfermedades que se apoderaban de la humanidad.
Fidel Castro pudo apreciar la imperiosa necesidad de crear institutos formadores de médicos con la vocación de servir al otro y no con la finalidad de acumular riquezas a costa del dolor y sufrimiento de los enfermos. Soñó que las familias cubanas tuvieran un médico para atender a un número específico de habitantes y paliar así los casos de enfermedades curables.
Su sueño ha ido más lejos y ha traspasado fronteras, pues somos testigos de las acciones emprendidas por un gobierno preocupado por formar profesionales de la salud al servicio de los desposeídos y los desvalidos. La llegada de médicos cubanos a nuestro país en circunstancias tan críticas como las que viven nuestros hermanos de Guerrero, es sólo una de las tantas muestras de solidaridad internacional que ha dado el pueblo cubano. Frente a un bloqueo total, Cuba se ha mantenido estoica y ha demostrado su fortaleza al apreciarse en la cúspide de dicho rubro.
Frente a la barbarie perpetrada por Israel contra el pueblo palestino acorralado en la franja de Gaza, el ejemplo de los médicos cubanos que han estado apoyando a quienes se han quedado prácticamente sin nada debido a las fuerzas destructivas de la naturaleza con el paso del huracán Otis, y a médicos del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) como Gonzalo Ramírez Vázquez –especialista en medicina materno fetal, quien hace poco salvó la vida de mi bebé al realizar a mi compañera de vida un cerclaje cervical transabdominal tipo Benson– es una luz brillante en medio de tanta oscuridad que se ha cernido sobre varias partes del planeta.
Basta ya de enviar misiles dirigidos a hospitales donde han muerto pacientes y personal médico. El nivel de destrucción que ha alcanzado el bombardeo israelí es inaudito y no tiene justificación alguna. Volteemos la mirada hacia el ejemplo de médicos que han estado al servicio de las mayorías y siempre dispuestos a enfrentar los momentos de franca zozobra.
Cuba es el ejemplo más palpable de que los ideales por el bien de la humanidad no llegan a través de los bombardeos con armas de fuego, sino mediante la acción de médicos cubanos y del sector público que diario ponen sus conocimientos al servicio de la vida y no al servicio de la muerte. Como decía Fidel: “Los médicos nunca sobran, por el contrario, hacen falta cada vez más médicos, para cubrir las diferentes especialidades, la colaboración médica, la investigación”. Necesitamos médicos: las guerras, no.
A la memoria de mi maestro Ángel Guerra, luchador incansable.
*Profesor de historia en educación secundaria