El viernes pasado concluyó en San Francisco la cumbre de líderes de 21 países del foro de Cooperación Económica AsiaPacífico (APEC, por sus siglas en inglés), con el tema “Crear un futuro resiliente y sostenible para todos” (https:// es.apec2023sf.org/), en la cual participó el presidente López Obrador. Fue otra oportunidad perdida para abordar el poder de corporaciones que se anteponen al logro de esos propósitos.
La declaración final, llamada Golden Gate (https://tinyurl.com/yvrbrvm4), es un reflejo de confusiones ideológicas. Por un lado, se hacen llamados a la “sostenibilidad”, “confrontar el cambio climático”, “transición energética”, “interconexión y construcción de economías inclusivas y resilientes” y, por el otro, los gobiernos reafirman “su determinación de ofrecer un entorno comercial y de inversión libre, abierto, justo, no discriminatorio” (para los inversionistas, claro).
Así, se continúa negociando tratados de libre comercio, como el “modernizado” TLC entre la Unión Europea y México, para acelerar inversiones en el país, desde el Tren Maya, al Istmo de Tehuantepec, al Plan Sonora. A pesar de vestirse de sustentabilidad y de atraer inversiones verdes estos tratados son de la misma calaña extractivista, destructora de medios de vida.
Como se explica en la reciente publicación Las multinacionales verdes expuestas, de varias organizaciones (https://tinyurl. com/y4mu5azv), y coordinada por Lavinia Stenford, del Transnational Institute, el “lavado verde” (greenwashing, en inglés) se refiere a la práctica de promocionar falsos esfuerzos ambientales de una empresa, y usar más recursos para publicitarla como ecológica de los que realmente se destinan a prácticas ecológicas. El texto explica cómo trasnacionales de industrias energéticas han destrozado durante décadas al planeta en busca de ganancias, pero ahora se promocionan como verdes para mejorar su reputación y beneficiarse de subsidios públicos, acaparando tierras, violando derechos humanos y destruyendo comunidades por todos los rincones del planeta. Se enfoca en 15 multinacionales verdes, demostrando que su único interés es la rentabilidad financiera, y no la descarbonización como sostienen. Denuncia cómo estas empresas dictan el ritmo de la transición energética, bloqueando políticas públicas que buscan confrontar el cambio climático.
Entre muchos hallazgos, en el documento se encuentra que las 15 compañías analizadas, casi todas basadas en Norteamérica o Europa, mientras siguen siendo subsidiadas por los erarios, han obtenido ganancias por más de 175 mil millones de dólares entre 2016 y 2022, lo que equivale a más de siete veces el apoyo financiero real que países ricos han proporcionado a naciones pobres para enfrentar y adaptarse al cambio climático (a pesar de haberse comprometido en 2009 a otorgar 100 mil millones de dólares al año).
El reporte Las multinacionales verdes expuestas concluye que “ninguna transición energética significativa puede tener lugar hasta que las corporaciones de lavado verde sean desmanteladas y remplazadas por un sector energético de propiedad pública y organizado democráticamente”.
En México son innumerables los riesgos que representan al ambiente las “inversiones verdes”. Organizaciones comunitarias como el Comité Ixtepecano en Defensa de la Vida y el Territorio, advierten cómo el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) es el “polo de bienestar”, así llamado por la 4T, más preocupante, “porque con él se vuelven a reactivar proyectos extractivistas y los que están en puerta, dos concesiones mineras, otros parques eólicos, más carreteras, un gasoducto; en síntesis existe un neocolonialismo energético” (https://tinyurl. com/2c5ehbhm). Indica que los parques eólicos son controlados precisamente por firmas europeas: Iberdrola (España), Electricité de France (EDF), Grupo Enel (Italia), Acciona (España), además del trasnacional Grupo México (https://tinyurl.com/2c5ehbhm).
En la cumbre del APEC ni mención se hizo en su declaración Golden Gate del gravísimo magnicidio ecológico que se cierne justamente en el Océano Pacífico. El 9 de noviembre finalizó en Kingston, Jamaica, una reunión del Consejo de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), compuesto por 36 gobiernos y presidido por México (https://tinyurl.com/29n9n42j) (La Jornada, 5/6/23). Comparto y concuerdo con Ruth Ramos, activista de Greenpeace, quien ha dicho que “el gobierno de México continúa sin mostrar voluntad política para defender al océano en esta negociación. El gobierno mexicano debe reconocer que una moratoria a esta industria es necesaria para proteger el océano y, muy particularmente, para garantizar que áreas naturales protegidas en territorio nacional no se vean afectadas por esta industria. Instamos al gobierno de México a que muestre su liderazgo y sea congruente con las políticas nacionales, apoyando una moratoria y colaborando en su implementación” (https://tinyurl.com/2hshe5ux).
Según la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA) “una reciente investigación liderada por el Museo de Historia Natural de Londres, sólo en la citada zona Clarion-Clipperton, dos veces más grande que India, una de las regiones más vírgenes del océano (pacífico) mundial, y ya asignada a empresas para la exploración minera comercial, habitan 5,578 especies diferentes, y se calcula que entre 88 y 92 por ciento son totalmente nuevas para la ciencia” (https://tinyurl.com/x8eubnka). La REMA se unió a organizaciones de todo el mundo en el segundo Foro Social Temático sobre Minería y Economía Extractiva, celebrado en Semarang, Indonesia (17-20/10). Dice REMA: “Todos unimos nuestras voces con el objetivo de, entre otros, revisar y reforzar los mecanismos de coordinación para intensificar la acción mundial, regional, nacional y local contra la minería y los proyectos extractivistas” (https://tinyurl.com/377nh2vk).
Mientras a gobiernos les falte voluntad de enfrentar a trasnacionales verdes en cumbres como la de APEC, organizaciones sociales y civiles e institutos de investigación las seguirán desnudando.
*Investigador del Institute for Policy Studies www.ips-dc.org y Asociado del Transnational Institute www.tni.org