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Visados, consulados y denegados

19 de noviembre de 2023 00:03

Recuerdo haber estado en la sala de espera del consulado de Guadalajara esperando para la entrevista con algún cónsul de Estados Unidos. Cerca de cien personas nerviosas esperaban su turno, revisaban sus papeles y esperaban que no les tocara el güero del casillero tres, que siempre negaba la visa.

Los cónsules tienen poder absoluto para otorgar o denegar una visa, no hay posibilidad de réplica o reclamo. Por eso uno se juega la vida –más bien el viaje, no es para tanto– en una entrevista corta en la que hay que argumentar y presentar pruebas. La contraparte consular tiene que dilucidar en unos minutos una cuestión fundamental: si el solicitante es un turista o un empresario que viaja por negocios, o si en realidad pretende quedarse más allá del tiempo de la visa.

En el caso de Estados Unidos y algunos otros países, como México, no se checa la salida, por lo que es prácticamente imposible saber quién se queda más allá del tiempo estipulado. En otros tiempos había una tarjetita que uno tenía que entregar a la aerolínea cuando salía de regreso, pero en realidad no servía para nada; luego se pusieron unas máquinas en los aeropuertos donde se tenía que escanear el pasaporte, pero tuvieron corta vida. Los funcionarios no tienen modo de controlar este asunto.

De ahí la preocupación de los cónsules por adivinar si el solicitante de la visa tiene las malas intenciones de quedarse a vivir el sueño o la pesadilla americana sin el permiso correspondiente. No obstante, los que abusan de la visa, “visa abusers”, tienen una penalidad administrativa menor que los que se aventuran a cruzar la frontera por el río o el desierto.

En el caso de la frontera mexicana, la cosa es peor, porque México no controla, ni la entrada ni la salida. Luego al interior del país hay controles, pero propiamente son aduaneros. Se dice que, a lo largo de la frontera de más de 3 mil kilómetros, los cruces en ambos sentidos son de aproximadamente un millón diarios. Entrar a México desde Estados Unidos es como cruzar de España a Portugal, es un cruce expedito. No así cruzar a Estados Unidos, donde la cola es larga y con un control estricto.

En décadas pasadas había un sistema especial para los residentes fronterizos, que tenían una “mica” o salvoconducto que no requería de pasaporte y que tenía un rango de movimiento limitado a ciertos kilómetros de la frontera. Por eso, en otras épocas a los migrantes legales que tenían mica, les decían los “micaelos”. Pero ahora ya no existe. El problema no es sólo el cruce peatonal, sino el cruce de vehículos, por los que algunos tienen un permiso especial y hacen una fila exclusiva, que se supone es expedita.

Contar con un récord de entradas y salidas es fundamental para poder saber y controlar a la población que está en tránsito y tiene una visa por tiempo limitado. Si se registra la salida de manera rigurosa, como en muchos países del mundo, se sabe inmediatamente que ese pasaporte, esa persona y esa visa están en situación de irregularidad. Lo que fue el caso de algunos de los talibanes que atacaron las torres gemelas.

Esta falta de control en la salida es también un problema para muchos migrantes legales a los que se les acusa de haberse quedado más tiempo del debido, sin tener realmente pruebas. Muchos de los turistas o viajeros que los meten al “cuartito” a esperar a que se aclare alguna duda por parte de las autoridades son simplemente sospechas del agente de que esa persona quiere quedarse definitivamente.

Para los que salen de Estados Unidos por la frontera terrestre e ingresan a México o Canadá no tienen ninguna posibilidad de demostrar que salieron en tiempo y forma. Tampoco lo pueden demostrar con el sellado de pasaporte, porque en la frontera a México hay libre tránsito. Para México esto no supone un problema, porque son muy raros los casos de que algunos quieran ingresar a México y permanecer de manera ilegal o adentrarse en el territorio.

Son raros los casos, pero muchos considerados delincuentes en Estados Unidos se refugian en México sin problema y no hay registros de nada, ni la entrada en México ni la salida de Estados Unidos. Igualmente muchos delincuentes en México no pueden ser detectados cuando salen del país, lo que es el caso de muchos políticos corruptos.

Pasa igual con los coches robados en Estados Unidos, que pueden circular libremente en la frontera mexicana. De igual modo, con los coches robados en México que pueden circular en el otro lado.

¿Qué impacto y consecuencias tendría controlar las salidas y entradas en la frontera mexicana? ¿Qué consecuencias o ventajas tendría controlar las salidas en Estados Unidos?



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