Son muchos, un puñado de miles que va creciendo exponencialmente conforme transcurre la tarde y cae la noche, pero aún no son un chingo. Allí están, de edades diversas, no pocos evidenciado en su rostro y el resto de su humanidad que aún se encuentran en ese umbral difuso y confuso entre la niñez y la juventud. Llegan algunos pocos en familia, la mayoría en bola de amigos o en pareja, algunas de éstas de la mano y, otras con mayor osadía, metiéndose mano, en pleno faje mientras caminan. Vienen echando relajo, haciendo bulla, dispuestos a pasársela a toda madre
, como dice Rubén, de la colonia Anzures, acaso para resumir el sentir colectivo.
Esta es la postal de las horas iniciales del primero de los tres días del 13 Festival Corona Capital, considerado entre conocedores ya uno de los más importantes de su tipo en el globo terráqueo, que arrancó ayer entre el regocijo y muchas expectativas de sus concurrentes.
Nomás se abren las puertas del Autódromo Hermanos Rodríguez, pasado el mediodía, y esas ansiosas hordas de melómanos y no melómanos comienzan a apropiarse de los amplios espacios destinados a este mitote posmoderno, esta bacanal sonora y sensorial, en espera de que su o sus bandas favoritas suban a uno de los cinco escenarios habilitados este año.
No hay espacio para el aburrimiento en tanto llega ese momento. Ello, gracias a las diferentes actividades y los concursos preparados para la ocasión por varias de las empresas patrocinadoras, todas ellas gratuitas.
Así se observan a decenas de chavos y no tan chavos contoneando rítmicamente sus anatomías al interior de una amplia carpa, imagen inexplicable hasta que uno se aproxima al lugar, denominado Silent Party (Fiesta silenciosa), y advierte que lo que hacen es bailar al ritmo impuesto de dos diyéis, cuya música es inaudible para todos aquellos que no cuentan con los audífonos que son proporcionados al ingresar a ese lugar.
Uno de los módulos que más atrae la atención es el de Tinder. La mecánica aquí consiste en tomarse una fotografía, a cargo de un profesional
, ya sea para crear un perfil o actualizar el que se tiene en esa red social, además de que esa imagen, aseguran los responsables del estand, se proyectará de forma recurrente a lo largo de los tres días del festival en un par de pantallas ubicadas en uno de los sitios con mayor tránsito de público, acompañada por un código QR con información personal. Quien quita, hoy o en estos días no son pocos los que ligarán en el Corona Capital o, quizás, hasta encuentran el amor de su vida.
De esa forma, entre la colocación de tatuajes o uñas fosforescentes auspiciada por una compañía de frituras, la personalización de vestimenta que ofrece una conocida marca de ropa de mezclilla, y concursos de habilidad y destreza organizados por la principal marca patrocinadora del festival, la espera para este variopinto público que comienza a extenderse más y más a lo largo y ancho del Autódromo Hermanos Rodríguez se hace no sólo más llevadera, sino hasta amena, e inclusive divertida mientras hace su aparición su majestad la música, el motivo principal de estar aquí.
Eso y, por supuesto, la ingente cantidad de cerveza y otras bebidas alcohólicas que comienzan a expenderse, al igual que la nutrida oferta de fast food o comida rápida, desde tacos de toda variedad hasta alitas, hamburguesas, burritos y hot dogs, que bien ayudan a llenar la tripa o simplemente a satisfacer el antojo; ya lo dijo Don Quijote: la salud se fragua en las oficinas del estómago
. Hay que venir con la cartera preparada, pues un latón de cerveza está en 150 pesos, mientras que una orden de tacos, alitas, costillitas de cerdo o una hamburguesa ronda los 140 morlacos.
No ha dejado de llegar gente, en una marabunta humana que, en cuanto comienzan a tocar las bandas, se distribuye entre los diferentes escenarios, para cantar, bailar, brincar, desfogarse… gozar. Y esto apenas empieza.