¿Qué movimiento en el mundo no sólo ha mantenido vivo, sino vigente, durante cuatro décadas? Se les ha atacado por todos los flancos, se les ha desacreditado y se han invertido enormes recursos militares, propagandísticos y económicos para su desaparición.
Y resulta que no, que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) hoy cumple 40 años de haber sido fundado y está a punto de celebrar 30 años de haber iniciado su lucha pública. Cinco gobiernos federales no han variado su estrategia contrainsugente. Siempre fueron un estorbo para quienes quisieron cooptarlos, someterlos o integrarlos. Y llegan, no sin raspones, a este fin de año anunciando nueva reorganización y nuevas propuestas, porque su necedad revolucionaria no tiene fecha de caducidad.
En los últimos años se reavivó el absurdo de vincular al zapatismo con el salinismo, es decir, se regresaron 30 años y recurrieron a la descalificación inicial, la misma que como ningún otro movimiento armado se sacudió desde los primeros días del alzamiento. La calumnia los ha acompañado durante décadas, y no pocas veces les ha calado, aunque se las arreglan para salir y, paradójicamente, volver a dar el no-rostro, unas veces con mayor ventura que otras.
Les disputan su propia historia, que si fue primero el huevo o la gallina, cuando lo que hoy importa es cómo enfrentar el futuro que se niega. Hay que subirse a una silla, o a una montaña, y ver un poco más allá, al margen de las disputas electorales, los pleitos callejeros por un puesto, la ansiedad por un lugar en la historia. Las guerras de todos los colores, locales y mundiales, no admiten distracciones. A 120 años, nos dicen que están mirando. Y hay que creerles, porque de tiempos saben.
Nos enseñaron a bailar cuando no había motivo. En noviembre de hace 40 años no imaginaron lo que se les vendría 10 años después, con un levantamiento que deslumbró al mundo entero, incluyendo, casi en primer lugar, a muchos de los que hoy niegan su legítima existencia. No es fácil ser zapatista, mucho trabajo
, dijo una vez un zapatista. No cualquiera
, añadió. Y afuera tampoco es fácil. El zapatismo es, para muchos, una cuestión ética, de principios, que nadie más convoca.
Larga vida al EZLN y a su terca rebeldía.