El presidente Andrés ManuelLópez Obrador está en San Francisco para participar en la cumbre de las 21 economías del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Según informó la canciller Alicia Bárcena, el mandatario buscará abordar cuatro temas fundamentales durante su estadía en la ciudad californiana: la relación económica con Estados Unidos, el desarrollo de la infraestructura fronteriza, la atención a la migración y el trabajo realizado por México para frenar el tráfico ilícito de drogas sintéticas. Este último asunto será tratado también en una reunión bilateral con el presidente chino, Xi Jinping, la primera que tiene lugar entre ambos jefes de Estado.
Cabe congratularse por los avances positivos en la intensa integración económica de México y Estados Unidos. En el marco del tratado de libre comercio entre éstos y Canadá (T-MEC), la relación ha contribuido al empeño del gobierno federal de recuperar el poder adquisitivo de los salarios, trágicamente deteriorado durante cuatro décadas de neoliberalismo. Hay la perspectiva de que estos vínculos se fortalezcan en el contexto actual de impulso al nearshoring, es decir, la relocalización de las cadenas productivas a fin de acortar la distancia geográfica entre las zonas de producción de bienes manufacturados –sobre todo, los considerados estratégicos– y las de consumo. Asimismo, es por demás pertinente que se dialogue sobre el tráfico de precursores químicos del fentanilo a fin de controlar la crisis de abuso de este opioide que siega decenas de miles de vidas estadunidenses cada año; y es obviamente deseable que se alcancen acuerdos en materia migratoria que permitan dar un cauce humanitario al flujo de personas que cada día ingresa al territorio mexicano en el intento de alcanzar el sueño americano.
Sin embargo, la enumeración de la canciller no contiene puntos cuya inclusión debiera aparecer en el temario de las conversaciones entre las delegaciones de ambos países. En primera instancia, el encuentro con dos decenas de economías, con 14 de las cuales se han establecido tratados de libre comercio, es una oportunidad privilegiada para estimular la tan necesaria como lejana diversificación de los destinos de las exportaciones mexicanas: en 2022, Estados Unidos absorbió casi 80 por ciento del valor de las exportaciones del país; en contraste, únicamente 0.75 por ciento se envió a Japón, la tercera economía mundial, socio de la APEC y con quien existe un Acuerdo de Asociación Económica desde 2004.
Por otra parte, y de igual relevancia, parece que en la reunión con el presidente Joe Biden se dejará de lado el tema del río de armas que fluye de manera incesante desde Estados Unidos hacia México. El país no puede permitirse esta omisión en tanto el poder de fuego exportado por nuestro vecino del norte es un factor primordial en la violencia y la inseguridad a que se ven sometidos connacionales víctimas del crimen organizado. Más allá de la incapacidad o la falta de voluntad de la Casa Blanca para acotar el armamentismo patológico de sus propios ciudadanos, debe remarcársele que parar el trasiego ilegal de armas hacia México es una tarea ineludible para la consecución de sus objetivos declarados de combate al narcotráfico. Hacer que Washington asuma su responsabilidad en la persistencia y el poderío de las organizaciones criminales en Latinoamérica ha sido un reclamo tan justo como constante de las actuales autoridades federales mexicanas, y no puede quitarse el dedo del renglón, aunque el recordatorio desagrade a los políticos estadunidenses, acostumbrados a culpar a otros de sus problemas.