¿Oyeron eso?, pregunta a las jugadoras de la selección mexicana femenil el entrenador Víctor Manuel Meléndez, minutos antes de que se juegue la semifinal de la Copa del Mundo de 1971 en el estadio Azteca contra Italia. Los equipos avanzan por la oscuridad del túnel y caminan hacia el medio de la cancha para cantar los himnos. A su alrededor hay más de 110 mil personas gritando lo mismo que cuando llegaron de Europa el año pasado: ¡Chiquitibum a la bim bom ba/ A la bio, a la bao/ México, México, ra ra ra! “Nunca imaginamos ver a tanta gente”, relata la ex delantera Yolanda Ramírez en una de las imágenes del documental ‘Tan cerca de las nubes’, asombrada todavía por el rugido de un gigante que las apoyaba sin ser conocidas.
La voz de Yolanda se entrelaza con los recuerdos del resto de sus compañeras, mujeres convertidas en abuelas que viven sus días de manera sencilla, sin apegos ni pretensiones fuera de lo espontáneo, pero que conservan algunos matices acerca de su pasado. “Hay experiencias que todavía duelen y generan dudas en su presente. En muchos casos existe este reclamo de lo poco valorada que fue su historia, no sólo en cuestiones deportivas”, explica a ‘La Jornada’ el director Manuel Cañibe, después de cientos de horas de grabaciones que en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia salieron por primera vez a la luz.
“La película ya tenía el título desde el principio: es el viaje iniciático que se retrata muchas veces en el cine. Ellas lo tuvieron en el Mundial de 1970 en Italia, cuando volaron por primera vez en un avión y miraban por la ventanilla que se dispersaban como nubes. ‘Estábamos cruzando la línea de tiempo’, decía Yolanda en su testimonio. Eso de alguna forma es lo que construye la narrativa formal de la historia, el estar viéndose en el espejo permanentemente desde la memoria y los más profundos detalles”, agrega el cineasta.
En el Azteca, aquel 29 de agosto de 1971, las mexicanas empezaron a tejer la telaraña en la que lentamente sofocaron a la Italia de Elena Schiavo, la primera mujer profesional que pasó por la ‘azzurra’. “Era la más ruda, una locomotora que tan sólo con ver su figura te imponía. ¿Cómo voy a parar este terremoto?, me preguntaba yo sin saber”, describe Martha Coronado sobre una de las grandes rivales que tuvieron desde 1970, cuando fueron eliminadas en semifinales. La participación de Schiavo en el documental agrega una nueva dimensión a la historia de este equipo, tan acostumbrado a recibir malos tratos en un deporte que se consideraba no apto para mujeres.
“En ese partido le temíamos más al público que al rival. Ni siquiera sé dónde encontramos la fuerza para jugar, porque cuando esos 110 mil espectadores gritaban ‘¡México, México, ra ra ra!’ y pegaban en el suelo con los pies parecía que se iba a caer el estadio”, confiesa la ex internacional italiana en la parte final de una cinta donde reside no sólo un tercer lugar o un subcampeonato del mundo; sino la fuerza y el vigor de un grupo de jugadoras, a las cuales llamaban en sus colonias “machorras” y “prófugas del metate”, que se atrevieron a derribar con sueños de futbol un machismo recalcitrante.
“Yo todavía me emociono cuando veo todo eso”, menciona conmovida María Eugenia ‘La Peque’ Rubio, la primera seleccionada en marcar un gol en las dos ediciones mundialistas. Una mítica jugadora, hoy alejada de la esfera pública, que trascendió en su época hasta llegar al Salón de la Fama. “Siento un orgullo muy grande, porque hasta después asimilé lo que yo fui”.
Muchas cosas se escapan de la memoria, pero están ahí, en decenas de imágenes que describen otra época. “Es la historia luminosa de un grupo de mujeres extraordinarias que hace 50 años llenaron el estadio Azteca para jugar una final del mundo”, resume el director Manuel Cañibe. “Esa manera en la que ellas asumieron su propio compromiso con la historia ofrece un componente para que hoy se pueda revalorar lo que hicieron, que se vuelva una referencia sobre los diferentes procesos de la vida”.