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Sulaimán: Uzbekistán, clave para reconfigurar el pugilismo mundial

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Mauricio Sulaimán (izquierda) y el ruso Kostya Tszyu. Foto CMB
13 de noviembre de 2023 09:28

Tashkent. Hubo una vez en Asia Central un mar que bañaba las costas de un desierto. Pero la voracidad y la urgencia de una industria en el siglo XX se bebieron esa agua y dejó un paraje árido donde antes se mecían las olas. El fondo del océano emergió con un rostro temible de polvo y grietas para ser la nueva superficie en Uzbekistán, donde los cauces de los ríos Syr-daria y Amu-daria, desviados por la autoridad de la entonces Unión Soviética para poder regar los crecientes cultivos de algodón, dejaron de anegar el Aral, que con los años desapareció y creó su panteón naval con los cascos de las embarcaciones como fósiles de un pasado remoto, simples caparazones picadas por el óxido que devora con esa hambre desesperada del desierto que avanza a la velocidad del viento y la arena.

Uzbekistán también fue territorio de tránsito de la Ruta de la Seda que permitió florecer los mercados de Venecia, Florencia y Sevilla. Estuvo bajo dominio persa, turco y mongol; en el siglo XX fue también una de las repúblicas soviéticas que tras obtener su independencia busca elevarse con esa mezcla de identidad milenaria con el rostro fresco de joven de 30 años. Hace apenas tres décadas que fue declarada su independencia luego de la caída de la URSS.

Cuando el gran poder económico de algunas naciones petroleras en Medio Oriente avanzan en los mercados de Occidente como el desierto que devora todo a su paso, ahora con el apetito por conquistar los grandes espectáculos deportivos, Uzbekistán tiene un futuro estratégico.

Lo vemos ya en el futbol internacional, menciona Mauricio Sulaimán, durante la bienvenida a la convención anual del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) que se celebra a partir de hoy precisamente en Tashkent, Uzbekistán.

El poder económico de los países árabes de esa región en Asia es inmenso. Ya lo vimos con la reciente pelea de Tyson Fury contra Francis Ngannou en Arabia Saudita. No creo que sea sólo un evento ocasional, sino el nacimiento de una nueva meca para el boxeo. Las Vegas no existía en los años 50, pero llegó el boxeo y creció junto con la ciudad como un gran mercado para los deportes; hoy ya tiene Fórmula Uno, NFL, Hockey. Algo así sucederá en Medio Oriente y en el futuro será una base estratégica para los grandes espectáculos deportivos.

El pasado soviético

Ahí es donde Uzbekistán puede ser clave. Una nación que lleva la huella del conquistador Alejandro Magno mira hacia Oriente Medio con la ventaja que le da su pasado soviético en el boxeo.

Uzbekistán es un país con una gran tradición en boxeo amateur. Ganaron muchas medallas olímpicas, y hoy tienen algunos campeones profesionales y pugilistas bien clasificados, explica Sulaimán; sin embargo, creemos que a partir de esta convención ocurrirá un verdadero nacimiento del boxeo profesional en este país y en sus vecinos que integran la región central de Asia. Estamos motivados que con nuestra llegada se abran puertas para una nueva era en esta parte del mundo.

La convención del CMB comienza de manera formal hoy, pero los invitados empezaron a llegar el domingo desde distintas latitudes. Las glorias del boxeo mexicano se encuentran ahí como viejos camaradas: Julio César Chávez, Humberto Chiquita González, Carlos Zárate y Daniel Zaragoza se abrazan emocionados después de un viaje muy largo con escala en Estambul. De todos ellos, Chávez es el más esperado y solicitado del momento. Los estadunidenses y latinoamericanos lo interrumpen a menudo para pedirle autógrafos y selfis. Otro latino, uno de los más grandes boxeadores de la historia, Roberto Mano de piedra Durán, también acapara la atención. Incluso algunos asiáticos lo reconocen como una leyenda. A todos les dedica tiempo y les bromea. I speak english, chinese y alemán, lo que sea te lo hablo, dice el panameño a un joven que no le entiende nada, pero que le responde con una sonrisa inmensa.

Más allá está Evander Holyfield, aquel ex campeón de peso completo al que Mike Tyson arrancó un trozo de oreja con una mordida. Atiende muy amable a quien se lo pide. Sabe que todos le recordarán ese momento salvaje, pero aprendió a convivir con ese recuerdo.

Es parte de mi historia. Así somos los boxeadores, peleamos y somos de una manera en la competencia, pero fuera del cuadrilátero somos otras personas, somos buenas o malas, como cualquiera. Tyson es una gran persona y fue un gran boxeador. Hoy convivimos de manera muy civilizada. Es una gran persona, eso es todo lo que tengo que decir, comenta Holyfield, mientras espera unas horas a que llegue a la convención precisamente su otrora némesis, Mike Tyson, aquel peleador furioso que un día quiso devorarlo, tal como ese desierto que un día se tragó el mar de Aral en estas tierras.

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