¿Y ahora, cómo van a pedir el voto, cómo invocar la fuerza de las urnas si no saben respetar la decisión ciudadana? El daño está hecho.
Para el neoliberalismo, una de las condiciones que no podía faltar en la estrategia de impedir a los políticos que gobernaran y convertirlos en mercachifles era restar poder al voto, es decir, aplastar el principal derecho ciudadano y hacer de la política algo de mercado.
En esa idea, la Secretaría de Gobernación era un escollo y decidieron transferir varias de su facultades a organismos supuestamente independientes contrarios al interés popular; de ahí que traspasaron todo el poder político al INE y al TEPJF, entre otros.
Así, el ciudadano, la ciudadanía, con todo lo que significa, vio menguados sus derechos. El algún momento se secuestró su voluntad y aunque hubo quien lo denunciara, nada pasó, se recordó aquello que llamaron el fraude electoral y nos hicieron entender que lo más importante era la voz de la gente, su voluntad.
Como ya habíamos comentado, el resultado de las encuestas de Morena estaban listos desde el fin de la semana antepasada, pero la guerra interna amenazaba con convertirse en escándalo, y se optó por esperar a que el juicio de los organismos electorales fabricaran el pretexto ideal para apuñalar la decisión de la gente.
El miércoles pasado, poco antes del anochecer, se sabía con certeza que las encuestas favorecían a ciertos precandidatos y, al mismo tiempo que Morena anunciaría, cobijado bajo la excusa de cumplir con el ordenamiento del TEPJF, la burla a la opción tomada por la mayoría.
Y entonces retumbaba en la mente de todos eso de respetar el voto que es la voz de la gente
. El sueño terminó. La utopía se vino abajo y el haiga sido como haiga sido
se convirtió en la nueva regla de competencia electoral.
Como en muchas otras historias electorales, es muy probable que los competidores sean los menos culpables de las decisiones cupulares, pero a fin de cuentas son ellos lo que tienen que responder frente al elector.
Es muy difícil predecir el futuro –por más cercano que parezca y por más datos que se tengan– para hacer el pronóstico, pero hay porvenires atados al hoy, evidencias de que no dejan puertas abiertas al acaso; lo sucedido en Morena anuncia un desastre.
Se Anunció que la fórmula cúspide de la democracia era la decisión de las mayorías, pero no fue verdad. Hoy se tiene que entender que la democracia está en manos de algún organismo o tribunal que ponga por encima del ordenamiento popular los intereses de grupo o de partido.
A los ojos de todos, con aval legal se golpea a un saco al que se le llama democracia y en el que cabe todo menos la indignación de una gran parte de la gente que huirá de las urnas porque sabe que el voto no tiene ningún valor y que la ciudadanía es una figura retórica que sólo sirve para alimentar la demagogia. Mala suerte.
De pasadita
En la oposición, o mejor dicho en el PAN, reaccionaron de inmediato al anuncio de los ganadores de Morena y para pronto lanzaron a su candidato: Santiago Taboada para el gobierno de la capital del país.
El anuncio estaba cantado. No en balde tapizaron las calles con propaganda a favor del alcalde con licencia, aunque Lía Limón, la muy brava alcaldesa en Álvaro Obregón, tragó sapos y se disciplinó a los designios de los gerentes generales (CEO) del negocio azul.
Casi con la misma rapidez desde el PRI y eso que se llama PRD se manifestaron dudas sobre el anuncio, aunque todo muestre que no tienen fuerza para oponerse al mandato azul. Por cierto, el aún diputado por el PRD Víctor Hugo Lobo pronto –eso nos aseguran– asestará un nuevo golpe a los amarillos y se mudará a Morena, donde ya lo esperan sin conceder nada, al hoy legislador.
De volada
Los panistas están dispuestos a cualquier cosa indigna para evitar que la fiscal Ernestina Godoy continúe en el cargo. Quieren evitar que siga las investigaciones sobre el cártel inmobiliario y para vengarse por la denuncia que hizo, pero se equivocan, la funcionaria es garantía de honestidad y perderla no evitará que los que la deben, la paguen.