A raíz de la visita de una pesada delegación de EU a mediados de octubre sobre colaboración criminal, habría que recordar que en la vieja historia vinculada a drogas, ambos países dimos pasos equivocados. Inercialmente, sin cálculo de consecuencias, por los años 70, nos decidimos por la fórmula policial/militar.
No aceptamos la alternativa de “control de drogas” con sus valiosos principios doctrinales de integralidad: protección de la salud, acción jurídica/penal y cooperación internacional. Hubo una ganancia con el error: entendimos que la amenaza es mundial. Consecuentemente es obligada una visión corresponsable entre países altamente vinculados.
Debería cesar la recriminación hacia nuestro país como forma básica de relación y llevarla al diálogo constructivo. Tarde se empezó a aceptar el error y consecuentemente, corregirlo sin tener una política participada por países afectados, está siendo cuesta arriba.
México se ha esforzado por enmendar sus faltas, algunas fueron: Primero, aceptar la presión de EU y montar la respuesta militar de la Operación Cóndor, cuya misión fue destruir plantíos de amapola y mariguana y eventualmente hacer aprehensiones in fraganti.
Resultó en reprimir campesinos. Segundo, adjudicar a la Dirección Federal de Seguridad (DFS) el monopolio de algo que ahí llamaban “inteligencia”, justificando así sus actividades delictivas. Terminó en un escándalo político y la casi decapitación del secretario Bartlett.
Tercero, aceptar un papel subordinado en la relación con FBI, CIA y la naciente DEA, a la que no se fijó regla alguna. El secretario de Gobernación les llamaba “nuestros amigos”. Nos agachamos, hoy son un conflicto constante en la relación. Cuarto, siendo un problema esencialmente jurídico/penal, primero se le entregó a Sedena, luego se sumó Semar. Creció la violencia oficial sin que la violencia criminal menguara.
Quinto, desaparecer el Cendro, único espacio multilateral de fusión de inteligencia altamente especializado en drogas, particularmente en su anticipación. Esos errores han sido determinantes para la seguridad interior y las relaciones internacionales.
Los efectos del asesinato de Enrique Kiki Camarena, agente de la DEA, en febrero de 1985, se diversificaron y prolongaron por años. Recuérdese el secuestro del doctor Álvarez Machain por la DEA en Guadalajara. Aprehendido ilegalmente se le llevó ante tribunales estadunidenses, se sentenció y cumplió la pena en sus prisiones.
Acto gravísimo avalado por su Suprema Corte de Justicia, que devino en otra crisis bilateral. Ante esos hechos derivados de formas de colaboración viciadas, surgen preguntas: ¿con EU, esa forma de cooperación era la única?, ¿con quién o quiénes sería recomendable ampliarla?, ¿bajo qué reglas de mutuo respeto y beneficio? Salvo la primera pregunta, que se responde con un rotundo ¡no!, se reitera que la cooperación multilateral es la fórmula.
La sola relación bilateral nos adentra en el campo de continuas crisis. Parece que en ciertas materias somos proclives a tocar sin partitura. Siempre estaremos enredados con EU, y cada vez será más, en la medida que desarreglos internos de ellos adquieran peso y nosotros sirvamos para desviar la atención. Véase la agenda bilateral de hoy: elección presidencial en los dos países; incontrolado tráfico de droga, ahora fentanilo, armas y dinero; violencia criminal; derechos humanos, migraciones ilegales; T-MEC, y lo que mande usted.
Cada día se ratifica que a la par es más necesario y más riesgoso cooperar con nuestro asociado natural. Además de la belicosa DEA, ahora debido al agravamiento por el fentanilo, ya participan abiertamente, además del Departamento de Justicia: los departamentos de Estado, Defensa y Seguridad.
Para nuestro interés es un serio ¡alerta! Mañana vendrán por todo, ahora ellos quieren la enchilada completa. Se avecinan tiempos borrascosos. La situación se agravará por lo menos hasta mediado 2025 con las dos nuevas administraciones. Ellas acordarán qué alternativas hay para la belicosidad recíproca actual.
La autoridad mexicana con sus órganos de inteligencia seguramente tiene avanzados estudios sobre posibles agresiones de EU, más las opciones de reacción.
Los halcones del Potomac seguro ya tienen ese análisis. En él seguro está lo más explosivo: 1) legislar que los narcos son terroristas, debiendo evadir el que los traficantes y consumidores resultarían sus financieros, y 2) el secuestro de capos y destrucción de laboratorios en territorio nacional.
En el supuesto estudio nuestro debe reflexionarse que en general la relación exclusivamente bilateral es riesgosa por naturaleza y que en términos de conveniencia para México, será tan eficaz como sepamos imponernos. En su momento pareció correcto acreditar en ciertas embajadas y consulados a personal especializado en la materia.
Se hizo sin imponer requisitos, surgieron compadrazgos, no hubo programas ni exigencias. Una consecuencia es que China había estado olvidada cuando sobran agentes en otros lugares. Habría que revalorar su utilidad, distribución, misiones y desempeño.
Nuestra ubicación geopolítica hace inevitable la colaboración, pero ¿con quién? ¿bajo qué reglas de mutuo respeto y beneficio? Promovamos el multilateralismo. La realidad lo recomienda.