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"Con el Premio Nacional de Artes por primera vez a una actriz, nos dan estatus de creadores"

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María Rojo, durante la entrevista con ‘La Jornada’. Foto Roberto García Ortiz
09 de noviembre de 2023 09:55

En 1950, la maestra de primaria Berta Prado llevó a sus alumnos de tercer grado al Teatro Caballito a ver Caperucita roja, montada por Enrique Alonso, Cachirulo. La puesta se iba a suspender porque la protagonista no llegó a la función. Con un impulso irrefrenable una niña alzó la mano y afirmó: yo me sé todo lo que dice Caperucita Roja. El director de la obra se le quedó mirando y dijo: nada más que no hable. Le pusieron un suéter rojo, porque la caperuza que usaba la actriz estelar le quedaba muy grande. Pero en la escena en la que aparece el lobo feroz, la pequeña hizo un drama terrible: lloró, gimoteó, se tiró al piso, lo que conmovió a todo el público. Después de ese debut Alonso le creó su personaje a la niña de escasos ocho años, Chiquirritica, quien apareció en el primer programa del Teatro Fantástico.

La niña creció, se convirtió en María Rojo, actriz de teatro, televisión, cine y parte determinante en la educación sentimental de varias generaciones de mexicanos. Hoy reconocerán su trayectoria con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2022. En plática con La Jornada, evidentemente conmovida, expresó: este reconocimiento lo dedico a toda la gente que me ha ayudado y a todas esas personas que confiaron en mí y me dieron algo. Es importante porque es la primera vez que se lo otorgan a una actriz. Que nos den el estatus de creadores es relevante.

Prolífica trayectoria

Rojo ha participado en más de 70 películas, entre las que se cuentan verdaderas joyas del cine mexicano: La dictadura perfecta, Perfume de violetas, Salón México, El callejón de los milagros, La leyenda de una máscara, La tarea, Danzón, Rojo amanecer, Morir en el Golfo, Bajo la metralla, María de mi corazón, Las Poquianchis y El Apando.

Aún emocionada por la noticia del reconocimiento que recibirá hoy en el Palacio de Bellas Artes, Rojo contó: “mi madre, Águeda, era maestra; le gustaba mucho el teatro y la música. Ella nos educó de una manera diferente; de hecho, una de mis hermanas menores es clavecinista y la otra es sicóloga; yo, que siempre quise casarme con Pedro Infante, fui muy mala en la escuela y ni la tabla del dos me aprendía; sólo brillaba en los festivales del 10 de mayo. Poco después de trabajar con Cachirulo, dos veces al mes, me llamó Salvador Novo para participar en No habrá guerra en Troya y La mala semilla, con Angélica María. En ese momento mi mamá se dio cuenta de que sí tenía vocación y Enrique Alonso le aconsejó que me metiera a estudiar”.

Atendiendo la recomendación de Cachirulo, María Rojo se fue a la escuela de teatro de Xalapa, Veracruz, junto con Juan Allende, quien sería su primer esposo: “él también era actor y nos formamos juntos; de hecho, allá se me quitaron las ganas de ser actriz, quería tener hijos y plantas, pero mi maestro Manolo Montoro me dijo: ‘tú vas a ser una de las mejores actrices de México’, y participar en la compañía teatral de la Universidad de Xalapa cambió mi vida”.

En la parte teatral, el trabajo de Rojo incluye una decena de obras, mientras en televisión ha actuado en más de 40 telenovelas y en los seriales cuenta con una decena.

Un séptimo arte de resistencia

Mostrando parte de su archivo fotográfico, en el que cada imagen le arranca un recuerdo, la galardonada se refirió a su encuentro con Felipe Cazals. Aunque ya había había participado en los filmes Besos prohibidos, en 1953; El castillo de la pureza, en 1972, y Los cachorros, en 1973, “me enteré que estaba haciendo Canoa, y no pude entrar, pero después en El Apando sí actué en ella. Nos gustó hacer ese cine independiente, porque ya se venía con todo el de ficheras. Para mí, el cine independiente que se hizo en los años 70 y los 80 es la verdadera época de oro del cine mexicano porque fue de resistencia. Lo que más me gusta del cine es su libertad. Las mismas satisfacciones que me ha dado, me las ha dado el teatro. Me dediqué más al séptimo arte porque me gusta meterme en todo. No soy de esas actrices que se van a descansar al cámper”, contó.

Mostrando su primer sobre de pago de 26 pesos con 20 centavos, María Rojo rescató otro aspecto: “Nosotros mantuvimos la resistencia al cine de ficheras: Jaime Humberto Hermosillo, Felipe Cazals, Arturo Ripstein y Paul Leduc, entre otros, mantuvieron vivo el cine mexicano. De hecho, María de mi corazón, una obra maestra, se hizo de forma independiente”.

Convicción política

Sobre su paso por la política como alcaldesa y diputada, se muestra escueta pero contundente: “en los años 90 le entré a la política por convicción; me habían educado con una formación de izquierda. De hecho, Juan Allende y yo participamos activamente en el movimiento estudiantil de 1968, a él sí lo apresaron. Por eso, una de mis películas favoritas es Rojo amanecer, porque sí lo viví, no me lo contaron. Siempre que estuve en la política vi por el cine mexicano y la cultura”.

Al referirse a cómo ha evolucionado el papel de la mujer en el cine mexicano, María Rojo ejemplificó: “Ha cambiado mucho. Naufragio, de 1976, es la primera vez que se aborda la relación de dos amigas, en ese tiempo los papeles que tenía eran de rivales: la bonita contra la fea. En esa película era la amistad de dos mujeres, algo muy lindo. Ahora me fascina lo que está pasando con las indígenas, que hacen papeles extraordinarios, y con el resto de actrices jóvenes. Sí paso la estafeta”.

Mostrando el reciente reconocimiento que le otorgaron en Tonalá, Jalisco, Rojo agregó: trabajé con el grupo de cineastas más importantes que ha dado México, siento añoranza porque los he perdido a todos, a toda mi gente con la que trabajé, no nada más en el set, en la vida tuve una amistad entrañable con todos.

Al preguntarle si es consciente de la voz actoral y de la voz cotidiana, respondió: claro que sí, pero siempre acabo envidiando a mis personajes, siempre quiero pasarme la vida bailando danzón.

María Rojo, aún oteando su archivo fotográfico, adelantó que hay un proyecto para que encarne a la luchadora social Rosario Ibarra de Piedra: estábamos una al lado de la otra cuando fuimos diputadas, compartimos muchas cosas y creo que sí podría interpretarla muy bien, aunque ella era más flaquita que yo.

–Si le dieran a elegir entre el cine, el teatro o la televisión, ¿cual sería su elección?

–¡Pues ahora ya hay series! Aunque, seguro alguien se enojará, elegiría el cine, por su libertad.

 

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