Madrid. Erupciones volcánicas masivas que se producen en latitudes altas son capaces de producir enfriamientos globales dramáticos, aunque de corta duración.
Es la conclusión de un estudio liderado por la Universidad de St. Andrews (Escocia) que se publican en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Décadas inusualmente frías, como las de 540, 1450 y 1600, están asociadas con grandes erupciones volcánicas, que dan como resultado partículas de sulfato volcánico que reflejan la luz solar entrante.
Sin embargo, se desconoce el origen de las erupciones volcánicas y la cantidad de sulfato que inyectaron en la atmósfera superior.
Para abordar esto, el equipo internacional de investigadores, dirigido por la Dra. Andrea Burke de la Universidad de St Andrews, estudió isótopos de azufre en núcleos de hielo de Groenlandia y la Antártida. Los isótopos proporcionaron una huella digital de la fracción del sulfato que alcanzó la estratosfera.
Los resultados, correlacionados con los datos climáticos de los anillos de los árboles, revelan que los mayores periodos de enfriamiento históricos se debieron a erupciones volcánicas en latitudes altas. Los resultados también muestran que la cantidad de sulfato inyectada en la estratosfera por estas erupciones puede haber sido alrededor de la mitad de lo estimado anteriormente, lo que sugiere que las temperaturas de verano pueden ser muy sensibles a las erupciones volcánicas en latitudes altas.
"Nuestros datos muestran que cuando el clima de la Tierra se altera, otras partes del sistema climático pueden actuar para amplificar fuertemente este cambio inicial", dijo en un comunicado el Dr. Burke.
"Las latitudes altas sienten especialmente estos cambios climáticos amplificados, lo cual es preocupante dada la rapidez con la que estas regiones están cambiando hoy".
Según los autores, la sensibilidad de la temperatura a las erupciones en latitudes altas resalta el papel de las retroalimentaciones climáticas, como la extensión del hielo marino y el contenido de calor del océano, en la amplificación de los cambios en el clima global.