Acapulco, Gro. Araceli Gallegos ha ido de institución en institución en busca de algún indicio sobre su pareja, Luis Martínez, desaparecido desde que el huracán Otis impactó en Acapulco.
“Es capitán del barco Side by Side, y el día que inició la tragedia se encontraba en la bahía a bordo de la embarcación”, cuenta Araceli mientras pega letreros de búsqueda por la avenida costera Miguel Alemán. Han sido días de angustia y a 11 días se va haciendo escasa la fe de encontrarlo con vida. ¡Necesito que regrese con nosotros!
, expresa con dificultad debido al llanto que le quiebra la voz.
Al propietario de la embarcación le pide que no la deje sola en la búsqueda de Luis y exige a las autoridades que le proporcionen información de manera constante, ya que en redes sociales han circulado mensajes sobre traslados de personas rescatadas a hospitales de Chilpancingo.
A lo largo de la bahía se observan letreros en los que se solicita algún dato de las personas que aún no aparecen. Son pegados en postes, negocios semidestruidos o locales que apenas se mantienen en pie.
Es mediodía y a unos cuantos metros de los anuncios se observa una fila de cientos de personas en espera de recibir alguna ayuda: un garrafón, una botella de agua o algo de comida.
La mayoría presta poca atención a los avisos con las fotografías de los desaparecidos, pero mientras esperan, entre los ciudadanos circulan historias de casas totalmente derrumbadas y de personas que perdieron su trabajo. También se escuchan relatos de aquellos que no saben qué podrán llevar esa tarde a la mesa de su hogar. Aguardan horas en medio de un fuerte calor que, incluso quienes han vivido siempre en Acapulco, reconocen como inusual para esta época del año.
En la zona centro del municipio, a unas cuadras del Zócalo, Adriana pasa la tarde en un campamento improvisado, junto a un Oxxo destruido, en espera de noticias sobre su hijo, Mauricio Bibiano, quien como capitán y otros trabajadores de barcos turísticos tiene la instrucción de quedarse a bordo, pese a las alertas de huracanes o tormentas.
Relata que la embarcación que capitaneaba su hijo ancló cerca de la base naval, pero el fuerte viento la volteó y desde entonces no sabe nada de Mauricio, quien se encontraba con un marinero, que, sabe, sobrevivió.
Con notoria desesperación reclama que al día siguiente del paso de Otis comenzaron a circular listas con cientos de nombres de desaparecidos, pero le regresa un poco de calma al ver que los mismos documentos que circulan en chats de WhatsApp dan cuenta de que la mayoría de los mencionados ya fueron localizados. Así que confía en que pronto el nombre de su hijo será catalogado como Se reporta con bien
.
Eliazel Bautista se define como motorista de lanchas, pero se quedó sin trabajo cuando La Victoria, con fondo de cristal, se hundió. Ya ni modo, de mi barco no quedó nada
, agrega. Aun así, lo que más le preocupa no es la falta de ingresos, sino sus dos primos que se perdieron en otra embarcación y de quienes no se sabe nada.
La mayoría desconoce qué autoridad es la responsable de proporcionar información sobre los extraviados, por lo que quienes tienen algún familiar o amigo en esta condición dicen que sus números telefónicos están en los anuncios que colocaron a lo largo de la costa.