Ciudad de México. Calaveras, catrinas, xoloitzcuintles –guías de las almas al Mictlán–, nahuales y deidades aztecas relacionadas con la muerte se fundieron con el carnaval y las comparsas de pueblos originarios capitalinos, el folclor y la música de otras regiones del país en el Gran Desfile de Día de Muertos 2023, que congregó a un millón 250 mil personas en el Paseo de la Reforma y avenida Hidalgo, hasta el Zócalo, al que se incorporó este año la cultura popular sonidera representada por La Changa.
Danzas de concheros y tradicional mexicana o prehispánica, junto con el baile de tlacualeras y tlachiqueros de Milpa Alta, comparsas de Tláhuac y chinelos de las alcaldías de sur de la ciudad, así como zacapoaxtlas del Peñón de los Baños y La Muerteada de Iztacalco compartieron el escenario junto con tecuanes de Acatlán de Osorio, Puebla, viejitos de Pátzcuaro, Michoacán, y los zapateados del son jarocho y el mariachi tapatío, entre otras regiones, así como batucada brasileña.
En el contingente se alternaron carros alegóricos con escenas de viajes al Mictlán, ya sea en un ostentoso carruaje o en canoa, funerales y escenas del grabador José Guadalupe Posada, en un homenaje por el 110 aniversario de su fallecimiento, que dieron cuenta de talento y la imaginación de artesanos cartoneros de los Faros, Pilares y casas de cultura de la ciudad.
Desde las 9 de la mañana comenzaron a llegar familias a los camellones de ambos lados de la avenida, detrás de las vallas metálicas, o para ganar un lugar en las gradas instaladas en algunos tramos a los que se dio acceso a partir de las 11; hora y media después estaban completamente ocupadas.
La familia Flores salió de Ecatepec a las 9 para llegar a la glorieta del ahuehuete. Los integrantes procuraron estar lo más cerca posible a la partida del desfile, en la Puerta de los Leones del Bosque de Chapultepec, porque hace dos años fueron al Zócalo y tardó mucho en llegar.
Muy cerca de la Diana, las Hernández Fernández –madre, hija y nieta– se enconchaban sobre cojines debajo de una sombrilla para cubrirse del sol, mientras esperaban. No han faltado desde 2018 y aseguran que cada año está mejor, más los carros alegóricos
. Salieron también muy temprano de Olivar del Conde, en Álvaro Obregón, para llegar cerca del mediodía a encontrar un espacio frente a la valla.
Pasadas las 15 horas, luego de un breve mensaje en el que el jefe de Gobierno, Martí Batres, se refirió al desfile como el momento cumbre
de las festividades por el Día de Muertos, dio el banderazo de salida junto con la secretaria de Cultura, Claudia Curiel, y los titulares de Turismo federal y local, Miguel Torruco y Nathalie Desplas.
Ovaciones y aplausos de la multitud al paso de más de 60 bloques durante más de dos horas dieron cuenta de que la larga espera tuvo su recompensa; entre los más vitoreados, junto con los carros alegóricos, estuvo el Sonido La Changa, que puso a bailar a la gente al ritmo de cumbia; la banda Búhos de Xalapa, Veracruz, con decenas de jóvenes a paso de son jarocho con vestidos estampados de mariposa Monarca y los conjuntos en amarillo y negro de los músicos.
Al final, Batres informó que asistieron un millón 250 mil personas y participaron más de 4 mil voluntarios, como Nazaret Herrera, de Iztapalapa, quien abrió el desfile con danza prehispánica, en un contingente de más de 70 personas al ritmo de una veintena de huéhuetl, caracolas de mar y sonajas en sus tobillos. Ha participado desde la primera edición de 2016, y llegó a partir de una convocatoria abierta del gobierno local, y frente a ella Darién Vázquez, de Puebla y residente de Tlalnepantla, quien participa por primera vez y no oculta su emoción de haber sido seleccionado para estar en el acto.