Ciudad de México. Desde muy temprana hora familias comenzaron a llegar a los panteones de la ciudad este 1 de noviembre para limpiar y adornar las tumbas de sus difuntos para montar la ofrenda y pasar la velada con ellos.

Fuera, acompaña la romería de flores que ofrece ramos desde 25 pesos, ceras de 40 hasta 15 pesos, incienso y copal, son faltar alimentos preparados, desde botanas, hasta tacos de carnes y antojitos mexicanos.

Tumbas y capillas lucen arreglos con motivo del Día de Muertos, desde un modesta cruz formada con pétalos de flores o una ofrenda con sólo una bebida azucarada y unos cacahuates, hasta complejas instalaciones como la que realizaba Alfredo Mendoza en el Panteón San José, del barrio del mismo nombre en Iztacalco, a donde llegó desde las 5:00 de la mañana para comenzar a limpiar la lápida de la tumba en la que están sepultados sus abuelos Diego Alfaro y María de Jesús Ortega.

Con un tapizado de papel alusivo en negro y naranja alrededor, ramos de flor de terciopelo y cempasúchil en los bordes y un tapizado de hojas de está última sobre el que montó una catrina decorada a su vez con mariposas monarca.

Vecino del contiguo barrio de San Francisco Xicaltongo, dijo que cada año hace un arreglo diferente para cumplir “un legado que ellos mismos nos dejaron, nunca olvidar a nuestros muertos, ellos nos lo inculcaron”.

Allí llegará la familia mas tarde, para pasar la velada, hasta 50 familiares se han llegado a reunirse pero algunos permanecen en casa, para esperar las ánimas de los abuelos que llegarán allá a la ofrenda que instalaron.

Quienes se quedan en el panteón, explicó Alfredo, hacen la custodia de la tumba porque dice la tradición que “pueden venir otros espíritus a meterse a sus tumbas cuando están vacías”.

Allí permanecerán hasta las 3:00 de la tarde del 2 de noviembre, una vez que las campanas de las parroquias de los 12 barrios hagan sonar sus campanas para avisar que las almas ya regresaron a sus tumbas.

A unos metros de allí, frente a la tumba en la que yace Pablo Sierra Galicia desde hace 24 años, su hijo Eulalio antes de empezar a cantar Inolvidable amor, pide primero disculpas a su madre, Isaura Juárez, que lo escucha a un lado sentada en su silla de ruedas, porque le va hacer unos cambios a la letra.

“Ya sabes como es tu hijo, a todo le cambia” e inicia la canción apoyado con la pista que reproduce en una bocina.

Antes le cantó Historia de un amor, acompañado también con su hermano Gabriel, quien acudió a si vez con su esposa Sonia Rodríguez y su nieta Daniela, de siete años.

Cumplen también una tradición que doña Isaura les inculcó, de acudir cada año en Día de Muertos al panteón a honrar la memoria de su difunto padre, porque de esa manera, dice Eulalio, “su recuerdo nunca se apagará.

En tanto, fuera en la romería Lupita Saldivar no faltó como cada año, desde hace unos 25, para acercar desde los mercados de Jamaica y la Central de Abastos, ramos de flores que vende a 25 pesos para adornar las timbas del panteón.

las flores de cempasúchil y de terciopelo son las más solicitadas pero en su puesto resaltan también crisantemos, margaritas, nube y pompón amarillo, también permanecerán toda la noche y hasta que cierre el panteón mañana entre 5:00 y 6:00 de la tarde.

Quién faltó a su cita de cada año fue Margarita Villagómez, quien tenía cada año en celebración de Día de Muertos su lugar en la avenida Santiago, a unos metros de la entrada al panteón, donde ofrecía ceras para complementar el decorado de las tumbas por la noches con la luz del su flama.

Ella falleció hace apenas un mes y descansa allí mismos en el panteón junto a los difuntos a los que sus velas alumbraron en estas fechas, pero el negocio continúa ahora a cargo de sus hijos y una de aus nueras que ofrece la veladora llamada quincenal a 40 pesos, la semanal y a 15 pesos la chica, así como varas de copal de 3 pesos, bolsitas con incienso de 10 y trozos se carbón en 3 y 5 pesos.