El ataque de Hamas el 7 de octubre, en el que fueron asesinados judíos civiles, es inaceptable y debe ser condenado sin ninguna consideración. Pero la reacción del gobierno israelí ha sido absolutamente inaceptable, porque va dirigido directamente contra la población civil palestina de Gaza, a la que ha masacrado al bombardear en forma inmisericorde edificios habitados, hospitales, escuelas, refugios, le ha cortado el agua, la electricidad, la energía, llamando absurdamente a que se desplacen un millón de gazatíes hacia donde viven otro millón de palestinos hacinados en un territorio de 340 kilómetros cuadrados. Recuérdese que Gaza es considerada la mayor cárcel a cielo abierto en la que los seres humanos viven sin ningún derecho y están ocupados por cielo, mar y tierra. Para colmo, Israel está impidiendo que llegue en forma continua y suficiente la ayuda humanitaria a la región. Todo esto es un verdadero genocidio que debe ser llevado a la Corte Penal Internacional como un conjunto de crímenes de guerra.
Tal parece que el ataque de Hamas será la justificación “perfecta” para ser utilizado, más allá de una revancha por los crímenes cometidos contra sus ciudadanos, para que Netanyahu, apoyado por su gabinete de ultraderecha, logre lo que ha sido el objetivo central del Estado de Israel desde su instauración en 1948, eliminar a los palestinos para, por la vía de la destrucción y de la limpieza étnica, dominar la tierra palestina.
Israel se ha mantenido siempre al margen de las leyes internacionales, nunca ha cumplido las recomendaciones de Naciones Unidas, por lo que debería ser considerado un “Estado paria”. En las confrontaciones entre palestinos e israelíes, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha impuesto una serie de resoluciones que, a pesar de ser vinculantes, simplemente el gobierno de Israel no las ha cumplido. Sin embargo, no ha habido ninguna sanción, y ni siquiera se ha planteado Naciones Unidas qué hacer cuando se incumplen dichas recomendaciones, cuestión que por cierto debería ser resuelta por el organismo, ya que le otorgaría una fuerza que hasta ahora lamentablemente no tiene. La resolución 242 (1967) que obliga al retiro de las fuerzas armadas israelíes de los territorios que ocuparon durante el conflicto. La recomendación 338 (cese al fuego y la aplicación de la resolución 242 en todas sus partes con la creación del Estado palestino), mismas que el estado de Israel se ha pasado por el arco del triunfo.
Pero los países del mundo no se quedan atrás al no objetar esas faltas y con ello permitir que ese país continúe no sólo incumpliendo sus obligaciones internacionales, sino que siga avanzando con su ejército de ocupación con los asentamiento de colonos judíos en la Cisjordania, asesinando e invadiendo la tierra de los palestinos, violando claramente la recomendación 242. Por ello se ha convertido en un Estado terrorista al ejercer contra la población palestina una política de exterminio, de desplazamiento y de encarcelamiento. Ha convertido a los palestinos en prisioneros al prácticamente encerrarlos en Cisjordania, considerado el nuevo apartheid. Acosándolos permanentemente con pogromos, arrestos, encarcelamientos, impidiendo que retornen los refugiados, sin ninguna libertad de movimiento, al tener que pasar por múltiples puntos de revisión, es decir, son extranjeros en su propia tierra.
Desde la formación del Estado de Israel, la región de Palestina estuvo marcada por los intereses de las potencias. Primero fue administrada por el imperio británico al ser desmantelado el imperio otomano. La población censada en 1919 era de 700 mil árabes y 70 mil judíos. Y en 1933 los nazis permitieron que algunos judíos abandonaran Alemania siempre y cuando dejaran todos sus bienes y algunos llegaron a Palestina. En 1947 en Nueva York se decide la partición de Palestina; por supuesto, no tenían los votos, pero Estados Unidos “convenció” a los países pequeños que ni se sabía que existían y en 1948 se pacta la creación del Estado de Israel y estalla la primera guerra árabe-israelí. Es decir, se trata de un Estado “incrustado” en el estado árabe palestino, marcado desde su inicio por el interés geopolítico de la nueva potencia hegemónica, Estados Unidos, con el fin de controlar Medio Oriente, para lo cual convirtió a Israel en el aliado estratégico.
Netanyahu y su gabinete de ultraderecha con su ejército de ocupación es tan terrorista como Hamas, y este planteamiento de ninguna manera quiere decir ser antisemita, todo lo contrario es ser antiterrorista y en favor de los derechos humanos. La posición de la Unión Europea deja mucho que desear, no así las propuestas de la ministra de Igualdad Irene Montero y la ministra de Derechos Sociales Ione Belarra del gobierno español que plantean aplicar sanciones a Israel por el genocidio planificado contra el pueblo palestino, romper relaciones con el gobierno de Israel y solicitar sanciones a Israel por el genocidio planificado contra el pueblo palestino.
La solución es ¡un Estado palestino ya!