En la Feria Internacional del Libro (FIL) del Zócalo, cuya 23 edición concluye hoy, el tiempo se mide en recorridos entre los módulos de los expositores, la escucha de presentaciones editoriales, charlas, debates o conciertos, así como búsqueda de títulos, aprovechamiento de ofertas y alguna que otra sorpresa.
Este soleado sábado, en el penúltimo día de actividades, la plancha de concreto del primer cuadro capitalino luce vasta, con el incesante trajín humano que confirma las cualidades heterogéneas e incluyentes de esta feria del libro, la más importante de México
, a decir de Paloma Saiz Tejero, su organizadora.
Decenas, cientos y hasta miles de personas de todas las edades, si bien el predominio de los jóvenes es inocultable, recorren las siete carpas con los 300 módulos que albergan a las editoriales, librerías y distribuidores participantes. Lo mismo ocurre en los tres foros donde se desarrolla el programa cultural y artístico, conformado por 260 actividades: el Pancho Villa, el Salvador Allende y el Violeta Parra.
Como el fin de semana pasado, el primero de la feria de este año, el lugar devino verbena popular, cuya algarabía no sólo tiene de pretexto la fiesta de los libros, sino también el 15 Desfile de Alebrijes Monumentales organizado por el Museo de Arte Popular, con sus fantásticas y coloridas criaturas de cartón.
Algunos asisten a la feria por primera vez, como la pareja de jóvenes ceceacheros de Adriana y Joel, que vienen a ver qué encuentran y qué libros pueden comprar
con los 630 pesos que reunieron. Se declaran fans de la literatura fantástica
.
Otros, como el ingeniero Rodrigo Sánchez, son visitantes habituales y desde hace años acuden para abastecer su biblioteca con novedades o títulos de su interés, pues aquí hay muy buenas ofertas
. Hay quienes se adentran por curiosidad
, ya que paseaban en el Centro y llamaron su atención las grandes carpas.
No todas son cuentas alegres: algunos de los expositores, entre ellos los representantes de Grupo Editorial Tomo, Colofón y Akal, informan a La Jornada de una disminución en la afluencia de público y de ventas con relación al año pasado, con un decremento en promedio de entre 20 y hasta 40 por ciento.
Paloma Saiz, de la Brigada para Leer en Libertad, comparte esa visión. Sin embargo, aclara que el fin de semana pasado la situación se normalizó
, con la presencia multitudinaria del público.
En entrevista, lo atribuye a que el Zócalo, por decisión de las autoridades, fue cerrado para evitar vendedores ambulantes, además de que tiene informes de que todas las ferias del libro del país han registrado este año panoramas similares.
Saiz destaca que se han cumplido las expectativas
, y se dice satisfecha con los resultados logrados en los casi 10 días de la FIL del Zócalo.
Estoy muy contenta y agradezco mucho al gobierno de la ciudad y a la secretaría de Cultura (local) el apoyo para lograr esta feria, que, estoy convencida, es la más importante de México; es en la que más libros se venden, porque hay desde novedades hasta ejemplares de 10 pesos, además de que es gratuita para el público
, subraya la promotora cultural, quien aclara que su único asegún es que se haya cerrado el Zócalo y cercado con vallas metálicas, pero considera que tal situación puede evitarse en lo sucesivo, poniéndose de acuerdo con las autoridades.