En el marco de la cumbre sobre migración con mandatarios de América Latina, que se realizará el próximo domingo en Palenque, Chiapas, Médicos Sin Fronteras (MSF) exhortó a los gobiernos de la región a que actúen de forma “inmediata y coordinada para hacer frente a la crisis humanitaria que sufre la población en movimiento en el continente, que alcanza números récord este año”.
Gemma Domínguez, coordinadora general de proyectos de MSF en México, destacó que “estamos asistiendo a una crisis humanitaria sin precedentes, con un número inédito de personas migrantes que sufren las consecuencias de la inacción, la falta de atención y la ausencia de coordinación en proveerles de servicios básicos”.
Esperamos, agregó, “que tras esta reunión de altos dignatarios, el enfoque cambie hacia las causas de la migración, porque lo que observamos son prácticas de control y restricción de movimientos, que provocan estigmatización, precarización de las condiciones de vida y un mayor riesgo para estas poblaciones”.
Destacó que la falta de servicios hace que, en general, “en toda la geografía mexicana, e incluso en la capital del país, se produzcan aglomeración y hacinamiento de personas migrantes, que se ven obligadas a vivir en asentamientos informales, en la calle, en condiciones insalubres”.
Esta situación, advirtió, “afecta gravemente su salud física y emocional, pero también las expone a mayores riesgos en ciudades fronterizas peligrosas donde son víctimas de distintos tipos de violencia”.
MSF expuso que la violencia no se limita a México, sino que está presente a lo largo de la ruta en el continente. “Alcanza máximos en la selva del Darién, donde las personas migrantes se enfrentan a un camino de brutal dureza durante días en el que además se exponen a criminales que los roban con violencia extrema, en la que se incluye violencia sexual. También es visible más al norte en Honduras y Guatemala, donde las personas atendidas por MSF relatan los abusos a los que son sometidos, incluso por algunos funcionarios oficiales”.
Señaló que aunado a ello, también es común a lo largo de la ruta migratoria la acuciante falta de servicios básicos que, combinados, “suponen un riesgo enorme para la vida y salud de las personas migrantes”. A la imposibilidad de abastecerse de comida y agua potable por falta de dinero tras haber sido asaltados o extorsionados en la ruta, se suma el hacinamiento y la falta de servicios de saneamiento al que se ven expuestas estas poblaciones.
Indicó que las patologías y los pacientes atendidos por los equipos de MSF reflejan las condiciones pésimas de vida en la ruta: diarreas y enfermedades gastrointestinales por beber agua no potable, enfermedades respiratorias por dormir a la intemperie, heridas abiertas en la piel por extensas jornadas de caminata, niños con peso inadecuado por falta de comida, mujeres embarazadas sin control prenatal, heridas y magulladuras, agotamiento extremo, etc. A lo que se suma el impacto en la salud mental.
“Son familias enteras, mujeres, bebés, adolescentes, niños e incluso ancianos. Su exposición a la violencia es mayor, así como su vulnerabilidad y sus necesidades. Los gobiernos de la región les dejan tremendamente desprotegidos”, consideró Luis Eguiluz, coordinador de MSF en Colombia y Panamá.
“Migrar no es un delito. El blindaje de las fronteras y su militarización, o las políticas represivas de deportación y persecución no reducen los flujos migratorios, sino que conducen a las personas migrantes a las mafias criminales y reducen su acceso a los servicios básicos”, resaltó.