Este 17 de octubre conmemoramos los 70 años de que la lucha de las mexicanas consiguió que se reconociera su derecho al voto. Tuvieron que pasar décadas de organización, movilizaciones, huelgas de hambre y protestas para que, finalmente, lo consiguieran. No fue una dádiva del gobierno del entonces presidente Adolfo Ruiz Cortines. Fue una conquista, un logro obtenido por la lucha tenaz, incansable, de miles de mujeres de varias generaciones, quienes desde la Revolución Mexicana exigían tener los mismos derechos políticos que los varones.
Los derechos sociales, económicos, políticos y culturales de la humanidad han avanzado mucho en los últimos 250 años en buena parte del orbe. La revolución francesa fue el punto de arranque para eliminar la esclavitud, la sociedad dividida en castas y conseguir la igualdad de los ciudadanos ante la ley. La declaración universal de los derechos del hombre y el ciudadano expresan ese gran avance que fue extendiéndose por el mundo occidental en las décadas siguientes.
A lo largo del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, la organización y la lucha de los trabajadores lograron que se reconocieran sus derechos a la sindicalización, a la huelga, a tener contratos colectivos que les garantizaran mejores condiciones laborales, así como salario mínimo, jornada máxima, indemnizaciones por accidentes y enfermedades laborales, descanso semanal y otras prestaciones. Paulatinamente, las revoluciones del siglo XIX y, sobre todo, del XX, lograron importantes reformas sociales. Los campesinos consiguieron el reparto agrario.
Los sectores populares tuvieron acceso a la educación, salud, vivienda, seguridad y mejores condiciones de vida garantizados por el estado de bienestar que se creó en buena parte de los países occidentales capitalistas después de la Segunda Guerra Mundial.
El siglo XX presenció el surgimiento de las grandes revoluciones socialistas que se proponían terminar con las condiciones de explotación y con la sociedad injusta de privilegios para unos cuantos y miseria para las mayorías cuyas manifestaciones más importantes fueron la bolchevique, la china, la cubana, la vietnamita, así como las luchas de liberación nacional de los pueblos africanos y asiáticos que lograron quitarse el yugo colonial tras la Segunda Guerra Mundial.
En México ocurrieron grandes transformaciones sociales gracias a la movilización y la lucha popular durante la Independencia, la Reforma, la Revolución y el cardenismo. Sin embargo, todos estos grandes cambios fueron, en su mayoría, en beneficio principalmente de los hombres. Las mujeres, que son más de la mitad de la humanidad, fueron excluidas durante la mayor parte de estos 250 años de sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales. Tuvieron que organizarse y luchar para acceder al trabajo, a la educación, a la política, y esa lucha ha conseguido conquistas importantes. Pudieron acceder al trabajo, a la educación, paulatinamente a la política.
Con su ingreso a los puestos de representación popular y a los gobiernos, poco a poco incorporaron temas a la agenda, como su derecho a la salud, educación, mejores salarios, seguridad social, a la no discriminación, a no sufrir violencia, a decidir sobre sus cuerpos, a despenalizar el aborto. Más recientemente han logrado conquistar la paridad de género en el gobierno, en el Congreso y en los organismos autónomos.
Su ingreso a la política detonó la movilización y la lucha para alcanzar todas estas conquistas, obtenidas con mucho esfuerzo, venciendo múltiples resistencias. Sin embargo, a pesar de estos avances, todavía son muchos los rezagos que permanecen en una sociedad que sigue siendo patriarcal, con una cultura machista dominante que prevalece, porque lo más difícil y lento en cambiar es la cultura, las actitudes, los comportamientos cotidianos, los estereotipos, los prejuicios que seguimos reproduciendo. Sigue habiendo una considerable brecha salarial; la paridad de género en la representatividad política no ha ido aparejada con la paridad en la responsabilidad en la toma de decisiones.
El rezago de las mujeres en las empresas privadas es todavía mayor que en la esfera pública y quienes están aún más rezagadas son las mujeres indígenas, las afromexicanas y las más pobres de las ciudades y del campo. Y lo que es más apremiante es avanzar en eliminar la violencia de género, contener la brutal violencia cotidiana que asesina, desaparece, viola, esclaviza sexualmente y agrede a las mujeres, incluidas niñas y adolescentes.
Por eso es tan importante recordar con júbilo este 17 de octubre que conmemora la conquista del voto femenino, sobre todo, porque esa fecha no fue la culminación de la lucha de las mexicanas, sino que fue el punto de partida de muchas otras conquistas que están en curso en las que son y serán las principales protagonistas. La revolución silenciosa que desarrolla es el cambio estructural, de costumbres y mentalidades más importante que está en curso hoy en el mundo.
*Director general del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México