Moscú. El canciller ruso, Serguei Lavrov, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, hablaron este jueves en Pyonyang durante una hora, después de que el jefe de la diplomacia del Kremlin repasó con su colega, Choe Son-hui, el estado actual de la relación bilateral, de acuerdo con un comunicado de su oficina.
Lavrov trasladó a “su vecino cercano y socio desde hace mucho tiempo” que Rusia comparte la seria preocupación de Corea del Norte por la intensificación de la alianza militar de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur en la región.
Enfatizó que Moscú se opone a la política “no constructiva y peligrosa” de Washington, que incrementa su potencial bélico al instalar “infraestructuras estratégicas, con componentes nucleares”, en la zona.
Por eso, Rusia quiere contribuir a estabilizar la situación y “respalda la alternativa a la escalada de tensión que es, en primer lugar, reanudar el diálogo e iniciar el proceso de negociación regular sobre cuestiones de seguridad en la península coreana, sin condiciones previas”, precisó Lavrov.
La relación bilateral, en opinión del canciller ruso, se volvió “más estrecha” a raíz de la “histórica cumbre” de los líderes de Rusia y Corea del Norte en septiembre pasado.
“Podemos decir con satisfacción que los nexos entre nuestros países, en el plano cualitativo, alcanzaron un nivel nuevo, estratégico”, resumió y confirmó que acordó con Choe, su homóloga, celebrar en Pyonyang, noviembre siguiente, la décima reunión de la comisión intergubernamental en materia de cooperación económica, comercial, científica y técnica.
Como es habitual, al término de su visita Lavrov respondió a las preguntas de los periodistas que forman parte de su comitiva y, en especial, ¿por qué Washington tiene tanto miedo de la amistad entre Moscú y Pyonyang?
“Occidente –respondió Lavrov–, y sobre todo Estados Unidos, considera que tiene el derecho (los estadunidenses hace tiempo que supeditaron hacia sí a todo Occidente, agregó) de decidir por todos: quién y cuándo debe reunirse, quién y de qué tiene que ponerse de acuerdo sobre lo que ellos quieran, y quién está obligado a cumplir las prohibiciones”.
Para Lavrov, en el mundo hay una sola Carta de la ONU (Organización de Naciones Unidas), que proclama el principio de la igualdad soberana de los Estados.
“Desde que se aprobó este documento fundamental, Washington nunca, en ningún conflicto o crisis, lo ha respetado”, acotó y añadió: “En lugar de eso, exige que todos cumplan sus ‘reglas’, que nadie ha publicado ni visto. Su tendencia instintiva al hegemonismo no ayuda a resolver los problemas, sólo los condena a un callejón sin salida”.