Ciudad de México. A tres meses de su fallecimiento, acaecido el pasado 4 de julio, en vísperas de cumplir 95 años, el historiador y politólogo de origen argentino nacionalizado mexicano Adolfo Gilly (1928-2023) fue recordado la tarde de este miércoles con un homenaje póstumo en la XXIII Feria Internacional del Libro del Zócalo.
En el acto, efectuado en el Foro Pancho Villa, el historiador Felipe Ávila, director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inehrm), lo enarboló como “uno de los últimos grandes revolucionarios latinoamericanos” y sostuvo que su compromiso y espíritu revolucionario no se acotaban sólo al ámbito de América Latina, sino que eran de talla mundial.
Tras recordar el paso del intelectual y humanista por diversos movimientos mineros, obreros, sociales y revolucionarios, entre ellos en Bolivia, Cuba, El Salvador, Guatemala y, sobre todo, México, el especialista encomió que Adolfo Gilly estuvo siempre en la primera línea de batalla en todos los movimientos de resistencia como un militante más, pero que lo hizo como una voz lúcida que reflexionaba sobre ellos y escribía sus puntos de vista.
“Creo que Adolfo es, quizá de lo que conozco, el único gran revolucionario latinoamericano que no sólo participó en las grandes experiencias de lucha revolucionaria en Amérca Latina desde la década de 1940 hasta nuestros días, sino que también fue la mente más lúcida, más profunda, más comprensiva que pudo analizar y reflexionar sobre estos procesos de lucha revolucionaria, y lo hizo en múltiples esferas de producción intelectual, desde el periodismo, la crónica, los ensayos hasta los libros de reflexión más profunda”, sostuvo.
El escritor y periodista Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión de La Jornada, definió a Adolfo Gilly como un revolucionario profesional: “Ciertamente fue académico, historiador, politólogo, hombre de partido, pero creo que fue fundamentalmente heredero de la vieja tradición bolchevique de gente dedicada de tiempo completo a luchar por el socialismo; por lo menos, lo fue durante 45 años de su vida, y fue un profesional en la conspiración, ducho en el arte del silencio y el secreto, que sufrió persecusiones, cárcel y exilio, y sobrevivió para contarlo”.
Recordó que el propio historiador y docente universitario señalaba que era un hombre que se encaminó a la vía de la rebelión por los sentimientos más que por los pensamientos, “curiosa cosa en una figura tan caracterizada como un intelectual”.
Tras mencionar que el historiador y politólogo comenzó en 1946 en la juventud socialista y que al unísono fue dirigente revolucionario y teórico marxista, Hernández Navarro subrayó que, como Trotsky, Gilly “sistemátizó y teorizó las experiencias que vivió de primera mano y se valió de las herramientas de la historia y la buena literatura, del nuevo periodismo, del pensamiento crítico para dibujar los contornos esenciales del mapa sentimental de nuestra época utilizando una gran cantidad de recursos narrativos”.
En el homenaje participó asimismo la historiadora Tatiana Pérez Ramírez, quien aseguró que Adolfo Gilly es un referente importante para quienes se dedican a las humanidades, las ciencias sociales y aquellos que comulgan con la lucha por la justicia, así como los que están del lado de los de abajo.
Afirmó que la producción intelectual del humanista fue siempre de la mano con su compromiso y participación políticos, y explicó que esa obra --consistente en 26 libros de autor, que van de 1965 a 2023-- puede dividirse en cinco grandes rubros: escritos políticos sobre América Latina, escritos políticos sobre México, tecnologías y procesos de trabajo, estudios literarios y la teoría de la historia.
