Fue Elinor Ostrom (1933-2012) la primera mujer en romper en 2009 el paternalismo de la Academia Sueca que otorga cada año los premios Nobel en la rama de economía. Ella investigó lo que llamó “los recursos compartidos o bienes comunes”. Cómo los seres humanos cooperaban a fin de mantener a largo plazo los niveles de producción de dichos recursos. Y que para ello era necesario que los administraran y utilizaran eficientemente en bien de la gente. Elinor Ostrom fue también una distinguida politóloga y profesora en la Universidad de California. Allí se doctoró en 1965.
La segunda en obtener el Nobel de Economía fue Esther Duflo (París, 1972). En 2019 y es la persona más joven en recibirlo. Destacada académica, su trabajo ha estado enfocado en investigar las mejores estrategias para reducir la pobreza que afecta a la mayor parte de la población mundial. En esa tarea trabajó conjutamente con los otros dos galardonados, su esposo, Abhijit Banerjee (Mumbai, India, 1961). Sus estudios comenzaron en las universidades de su país. Migró a Estados Unidos, donde se doctoró en la Universidad Harvard en 1998. Allí fue profesor, luego en Princeton y finalmente en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Duflo compartió tambien en Nobel con Michael Robert Kremer (Estados Unidos, 1964), profesor e investigador en la Universidad de Chicago y antes en Harvard. Fundó y dirige un laboratorio para investigar innovaciones para el desarrollo.
Los tres llevan décadas probando en grupos poblacionales proyectos sociales para mejorar la salud y la educación entre la población infantil, lo cual tiene efectos muy positivos a mediano plazo en los salarios y el bienestar familiar.
Este año otra mujer logró el Nobel de Economía: la estadunidense Claudia Goldin (1946), profesora e investigadora en la Universidad Harvard. Antes se desempeñó en las universidades de Wisconsin, Pensilvania y Princeton. No exagera la Academia Sueca al destacar que Goldin elaboró el primer relato integral sobre los ingresos de las mujeres y la participación que han tenido por siglos en el mercado laboral, y siempre en desigualdad respecto de los hombres.
México es buen ejemplo de ello. Son las trabajadoras peor pagadas. Explotadas en las maquiladoras, especialmente en las de la frontera norte, donde en ocasiones elaboran artículos con sustancias de alta peligrosidad para su salud y la de sus hijos. Ciudad Juárez, Matamoros, Tijuana, muestra de ello. También las explotan en el resto del país. Un tristísimo caso: las costureras que murieron en el sismo de 1985 en Ciudad de México por laborar, hacinadas, sin garantías sociales mínimas, en talleres instalados en edificios que no reunían las condiciones mínimas de seguridad. Los dueños y administradores de esos negocios nunca respondieron por esas muertes. Tuvieron siempre la protección de funcionarios corruptos de las secretarías del Trabajo y Salud y de la ciudad.
Otro ejemplo: las mujeres y sus hijas ayudan en los duros trabajos de los jornaleros agrícolas, expuestas como ellos a los agroquímicos. En muy poquísimas ocasiones se les cubre el salario mínimo. Y en la inmensa mayoría de las veces no disponen de seguridad social, igual que los hombres.
En el sector rural, son las mujeres las que llevan en la familia la carga más pesada. Madres muy jóvenes, cocinan, planchan, lavan la ropa y asean sus humildes hogares. Acarrean la leña y el agua cuando estos dos recursos básicos no llegan a las viviendas, como sucede en millones de hogares. Y, además, son víctimas de violencia familiar.
No es una injusticia social y económica que se circunscribe a México. Nuestras migrantes reciben menos paga que los hombres en Estados Unidos, Canadá y España. No cuentan con seguridad social al trabajar en los campos agrícolas, cuidar niños, personas de la tercera edad o con discapacidades. Sumo finalmente el caso de las trabajadoras domésticas, que en su inmensa mayoría no disponen de seguridad social y muchísimo menos de pensión vitalicia, luego de muchos años de servicio.
Los temas que han estudiado las tres Nobel de Economía deben estar en la lista de prioridades de las dos mujeres que buscan la Presidencia de la República. Porque son pendientes en todo México.