Parece que en las filas de Morena, pese a las funestas experiencias pasadas, hay un empeño fuerte, tenaz por llevar al organismo al mismo abismo en el que se sumieron no sólo el PRD, sino otras organizaciones de izquierda.
Campañas o no, las formas de hacer proselitismo por quienes buscan la candidatura a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México han mostrado, aunque se niegue, la posible forma de gobierno que cada uno haría.
De esa manera, hoy se pueden considerar diferencias sustanciales en cada uno de ellos, cosa de mirar de cerca. Por ejemplo, hay campañas que se iniciaron, tramposamente, desde hace más de un año y que no fructifican, pero pese a las recomendaciones para desistir, siguen adelante y ponen en riesgo la unidad del partido.
Son ese tipo de campañas en las que la soberbia personal está por encima de cualquier interés de partido y se dispara con todo al que no se considera otro competidor, sino el enemigo, y por eso se usa de todo para combatirlo; por ejemplo, disparar desde cañones enemigos una serie de obuses que si bien no hacen daño sí dejan ver la calidad política y moral de quienes alquilan esas armas.
Y esto porque, si se reclama como condición sine qua non la honestidad a quienes compiten, bien harían las instancias adecuadas del partido en examinar el camino de los postulantes para no permitir acciones que pudieran manchar el proceso de selección.
Ya que llevar a la candidatura a quien haya tratado de burlar con acciones espurias el protocolo y las leyes que se dieron dentro y fuera del organismo, sería tanto como cometer un fraude que la ciudadanía cobraría muy caro a Morena.
Por más que la oposición carezca de una oferta clara de gobierno y de que los partidos que la componen busquen afanosamente algún candidato que no tenga antecedentes penales o esté sometido a alguna investigación, Morena no puede cantar victoria.
No se trata de ganar la elección solamente, sino de tener el talento suficiente para hacer que la 4T concluya con la transformación y que ésta se convierta en una mejor forma de hacer la vida, pero si se va a empezar con la deshonestidad como forma de alcanzar una posición de poder, Morena está muerto.
Y más que eso, perderá la confianza que hasta ahora le ha brindado la gente, que no es mucha. Morena sin López Obrador no levanta mucho las encuestas, y si además se empeña en candidatear a quienes pudieran haber actuado con deshonestidad, la fosa está lista.
Pero si ninguna de las amenazas serias intimida a la deshonestidad, será la gente la que no permitirá que se empodere a quien traicione los principios más preciados del organismo, y a la vez toda la historia que acompaña a Morena en el poder.
De pasadita
Fue más que importante y oportuna la intervención de la secretaria Rosa Icela Rodríguez para puntualizar en la reunión de muy alto nivel entre México y Estados Unidos que nuestro país no produce fentanilo.
Las autoridades del país vecino insistieron en que México es productor de los precursores utilizados para fabricar la droga, y muy oportunamente la secretaria se enfrentó a la acusación mal informada, por no decirlo de otra manera, y frenó la especie con datos contundentes que no dejaron espacio a la duda.
Sabido es que las autoridades norteamericanas poco caso hacen a lo que se dice en nuestro país respecto de la lucha en contra de las drogas, pero esta vez, por lo que se sabe, salieron satisfechas por los logros obtenidos por la administración actual, y eso, es otro logro.