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La recolonización de Tejas

08 de octubre de 2023 00:03

El cambio de una letra, de Tejas a Texas, lo dice todo, aunque parezca nada. La anexión armada y forzada de Tejas y luego California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México y partes de Colorado y Oklahoma implicó una nueva colonización, lo que fue un cambio radical y un gran retroceso en cuanto a derechos humanos, sociales y políticos de los habitantes de esos territorios.

La Independencia de México reconoció como ciudadanos mexicanos a todas las poblaciones indígenas del territorio y dio un salto monumental al eliminar, en 1810, la esclavitud de los negros, que fue una de las peores lacras del sistema colonial español; por el contrario, los indios eran vasallos del rey, aunque en ocasiones se les considerara como esclavos o inferiores.

Texas y Estados Unidos se habían independizado y dejaron de ser colonias, pero aplicaron los mismos principios coloniales británicos a los territorios conquistados después de la guerra con México. La conquista del lejano oeste se hizo a sangre y fuego, con colonos europeos y, en el caso de Texas, supuso, además, la reinstalación de la esclavitud. Texas se aunó a los estados del sur e implementó para los mexicanos medidas especiales de discriminación. El letrero “NO Dogs-Negroes-Mexicans” se exhibía y aplicaba en muchos establecimientos texanos.

La historia no enseñada –ni en México ni en Estados Unidos– recupera numerosos casos de linchamiento de mexicanos por hordas de blancos que aplicaban justicia por su propia cuenta. La historiadora Kelly Lytle Hernández devela, en su libro Bad Mexicans, la discriminación que sufrieron negros y mexicanos en este estado sureño.

A diferencia de los colonizadores españoles, que se mezclaban con las etnias locales y dieron pie, en México y América Latina, a un profundo mestizaje, los blancos de Texas aplicaban la pauta colonial británica de no mezclarse y prohibían que tanto los mexicanos como negros pudieran vivir en zonas aledañas. La segregación residencial se aplicaba por igual para negros y mexicanos, quienes no podían ir a escuelas de blancos ni a muchos establecimientos donde no se permitía “gente de color”. Incluso el ejército, durante la Primera Guerra Mundial, discriminaba a negros y mexicanos.

Peor aún, con las poblaciones indígenas mexicanas de los territorios anexados se aplicó la política del exterminio y los sobrevivientes fueron confinados en reservaciones. México recibió a varios grupos étnicos perseguidos por el ejército estadunidense a los cuales se les otorgó asilo, se establecieron tratados y luego recibieron tierras ejidales.

La recolonización de los territorios trajo consigo el protestantismo, el puritanismo y grupos religiosos radicales y cerrados, como los mormones, que llegaron al territorio actual de Utah. El conflicto con los mexicanos ya no era sólo racial, sino religioso, incluso los irlandeses, que eran blancos y anglosajones, pero que carecían de la tercera característica del acrónimo WASP (protestant) se sentían discriminados y muchos de ellos buscaron asilo en México.

A los mexicanos de los territorios anexados, que ya se habían liberado formalmente del sistema colonial español, se les volvió a colonizar con la modalidad británica esclavista, protestante y puritana, con el agravante de una retórica de un país libre y con oportunidades para todos.

La desigualdad, discriminación y racismo sufridos por los mexicanos anexados, a los cuales persiguieron, ajusticiaron y se quedaron con sus tierras, como en el caso de Nuevo México y otros estados, se prolonga con los migrantes mexicanos del siglo XX y XXI.

La lucha de los migrantes actuales por la igualdad y el reconocimiento es básicamente una lucha antirracial y anticolonial, con la peculiaridad de que se desarrolla, desde hace un siglo, en el corazón del imperio, que reproduce y exacerba la tradicional imposición y dominación erurocentrista sustentada en el racismo colonial.

Texas es un estado próspero y rico no necesariamente por ser protestantes y trabajadores; lo es porque disfruta de una mano de obra barata e ilimitada, por su vecindad con México, y también porque corrió con mucha suerte, dado que, paradójicamente, el petróleo quedó empozado en la margen izquierda del río Bravo.



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