Mi papá siempre me insistía con el mismo refrán: “El vaso puede verse medio lleno y medio vacío”. Y, a continuación, me aclaraba: “Te dije medio lleno y medio vacío, son las dos cosas a la vez”.
Esa era su manera de explicarme que cualquier hecho debe ser observado desde múltiples perspectivas. Y no de forma excluyente. O sea, hay que verlo así y asá, desde aquí y desde allá, con este enfoque y con el otro.
Este consejo es muy útil para no pecar de una mirada parcial y sesgada de los acontecimientos en cualquier momento de la vida. Y, por supuesto, también es aconsejable para realizar cualquier análisis político.
En Argentina, la irrupción de Javier Milei en estos últimos dos años ha sido tan colosal que ha causado un eclipse de perspectiva. Dicho de otro modo: el “shock Milei” ha provocado que su fenómeno se explique en modo totalizador. Lo que al inicio era subestimación, ahora es sobrestimación; lo que en los primeros meses se ridiculizaba y ninguneaba, en estas últimas semanas se magnifica.
El último estudio del Celag (encuesta presencial, 2 mil 500 casos, en todo el país) demuestra que no es ni lo uno ni lo otro.
Milei tiene políticamente un piso sólido y un techo firme.
Esto significa algo tan sencillo como que existe una parte de la ciudadanía argentina que lo apoya (30-40 por ciento) y otra parte que no lo apoya (60-70 por ciento). Es decir, no toda la sociedad es homogénea en relación con este fenómeno político. Como ocurre en cualquier familia, encontraremos unos en favor y otros en contra.
Por su meteórica aparición, mucho se ha puesto el foco en su fortaleza, pero muy poco en su imposibilidad para crecer más en lo político.
¿Por qué aseveramos en el Celag que Javier Milei tiene un techo político rígido e innegociable?
Lo más interesante de una encuesta es toda su letra pequeña escondida detrás de la intención de voto. He aquí algunos hallazgos que abonan nuestra tesis:
1) al ser consultados por su mayor debilidad, 30.4 por ciento responde que es violento; 21.2 por ciento que es chanta; 19.7 por ciento, machista; sólo 28.7 por ciento no dice nada en su contra;
2) 40 por ciento considera que sus ideas son interesantes y originales; el resto cree que son propuestas imposibles de realizar;
3) 37.7 por ciento piensa que Milei es una persona valiente y auténtica; el resto cree que él es inestable emocionalmente;
4) 59.1 por ciento tiene una opinión negativa del líder libertario;
5) 33.2 por ciento sintoniza con que estamos en un momento muy similar a 2001 (que es lo que defiende Milei);
6) 37.2 por ciento concuerda con la idea de que todos los políticos son una casta (el resto, no).
7) aproximadamente, 60 por ciento está en favor de: a) la estatización de litio, b) mantener Aerolíneas Argentinas como empresa pública, c) poner impuestos a los más ricos, d) sostener los planes sociales en favor de los más necesitados, e) disponer de un Estado más activo en el reparto de tierras para vivienda propias, f) Edenor y Edesur deben dejar de ser privadas.
Son datos robustos que, sumados a la intención de voto de la encuesta Celag (33.2 por ciento) y al último dato real que tenemos en las PASO (29 por ciento), nos permiten afirmar que buena parte de la sociedad argentina no comulga con el proyecto político de Milei. No le dan cabida. Le dicen “hasta aquí”.
¿Esto implicaría que este techo político sea su techo electoral? No. Porque, como bien sabemos, en algunas situaciones, cuando hay tres rivales y uno se descuelga, entonces, podría ocurrir que aparezca el “voto útil”. Y en esta coyuntura electoral argentina, si Bullrich se queda atrás, es probable que determinado porcentaje de sus votantes, que ya no creen que será presidenta, votaría útilmente por Milei con el objetivo de que Massa no pase a la segunda vuelta. O sea, se trataría de un voto táctico de última hora. Si eso ocurriera, el techo electoral de Milei estaría por encima de su techo político.
Pero esto no es un hecho seguro. Es un escenario posible, que está por verse. Todo dependerá de la evolución de muchas variables desde hoy hasta la última semana electoral.
Por ahora, la única certeza es que no debemos olvidar que Milei tiene un techo político muy firme a pesar de sus fortalezas.
*Director del Celag. Doctor en economía