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Ken Loach culmina una trilogía no oficial de la moderna Gran Bretaña

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Un fotograma de ‘The Old Oak’. Foto Festival de Cannes
04 de octubre de 2023 09:25

Hace una década, cuando Ken Loach estaba filmando Jimmys Hall en Irlanda, corrieron rumores de que sería su última película.

El cineasta de izquierda detrás de KesRaining Stones y Riff-Raff –películas que definieron la experiencia de la clase trabajadora británica con humor–, tenía más de 70 años. La jubilación no sería inesperada. Me estaba hundiendo en un pantano irlandés en ese momento, reflexiona hoy, a los 87 años. ¿Por qué yo, un hombre de edad madura, estoy perdiendo mis zapatos en un pantano irlandés?, se preguntó.

Sin embargo, después de rodar Jimmy’s Hall, encontró la horma. Lo siguió en 2016 con Yo, Daniel Blake, mirada al cruel sistema de beneficios del Reino Unido. Le valió una segunda Palma de Oro en el festival de Cannes (después de The Wind That Shakes the Barley, en 2006). Luego vino Sorry We Missed You, de 2019, un golpe desgarrador a la economía de los conciertos de Gran Bretaña. Ahora, con The Old Oak (El viejo roble), que estuvo en competencia en Cannes este 2023, ha completado una especie de trilogía no oficial. Y este puede ser su último largometraje.

La cinta de Loach recién estrenada es otro estudio contextualizado en la clase baja de Gran Bretaña, al igual que sus dos predecesoras. The Old Oak tiene lugar en el condado de Durham, diezmado por la huelga de los mineros en la década de 1980. Uno de los monumentos a la destrucción de comunidades, como dice Loach, ciudades de clase trabajadora en las que ambienta sus películas porque lo atraen. Siempre quise filmar allí, comparte.

Con guion de su siempre colaborador Paul Laverty, la película se desarrolla en torno a un pub (típico bar británico) de nombre homónimo. Plagada de desempleo y pobreza, la zona ha visto una afluencia de refugiados sirios realojados allí por el gobierno. Paul había leído la primera historia de los sirios que llegaron al noreste, así que hablamos sobre ello y qué ideas exploraríamos a través de la colisión de las dos comunidades, comenta.

The Old Oak es uno de sus rodajesmás esperanzadores. La esperanza te da confianza, la desesperación te destruye. Y entonces existe esa esperanza y se remonta a la fuerza de la huelga de los mineros. Co-man juntos, permanezcan juntos.

El director cita a Robert Jenrick, ministro de inmigración inglés, quien ordenó que pintaran dibujos animados de Disney en un centro de recepción para los hijos de los solicitantes de asilo. Hombre asqueroso. ¿Quién en su juicio hace eso?, afirma.

Después de estudiar derecho en la Universidad de Oxford, Loach comenzó a trabajar para la televisora BBC en los años 60; su drama para personas sin hogar de 1966 Cathy Come Home llegó a los titulares, como expresa modestamente, y condujo a un cambio en la ley, lo que significa que los padres sin hogar podían quedarse con sus esposas e hijos en albergues. Tres años más tarde, hizo el clásico Kes, sobre un niño y su cernícalo, pero la cinta fue confinada a la televisión.

En la era (Margaret) Thatcher frotó al establishment haciendo documentales como A Question of Leadership, sobre la huelga del acero de 1980. En la década de 1990 regresó al cine y ganó el Premio del Jurado en Cannes por Raining Stones, de 1993. Y cuanto más visible se volvía, más abierto estaba Loach a las críticas. Esos críticos han incluido al Partido Laborista, con el cual ha tenido una relación turbulenta a pesar de su membresía. Se salió en los años 90 en protesta por la llegada al poder de Tony Blair, y se reincorporó una vez que fue dirigido por Jeremy Corbyn. Bajo este liderazgo, el partido se vio envuelto en una disputa por antisemitismo, con un informe de 2020 de la comisión de igualdad del Reino Unido, que encontró que Corbyn no hizo lo suficiente para prevenir el antisemitismo y, en el peor de los casos, se podría ver que lo aceptaba.

En 2021, como parte de la represión del líder laborista contra el antisemitismo, Keir Starmer, el partido expulsó a Loach por su apoyo a las organizaciones purgadas por el partido.

El realizador Ken Loach. Foto Festival de Cannes

Lo que ha cambiado en los últimos años fue el clima político, dice Loach, porque cuando Corbyn se convirtió en líder laborista y mucha gente lo apoyó... yo era conocido por estar de su lado... Pero luego llegaron los ataques, y el ala derecha lo atacó. Y también atacaron a personas que estaban asociadas con él.

Que el cineasta hablara sobre los derechos palestinos tampoco ayudó, percibe. “Pon los dos (temas) juntos y te atacarán… Creo que consideran que obtienen puntos al atacarme así. Ahora las personas que buscan apoyo, no están buscando apoyo de personas como yo, o de izquierda o votantes laboristas tradicionales. Están mirando al establishment”.

¿Tiene alguna esperanza de que Keir Starmer lleve al Partido Laborista a una victoria electoral? Le pregunta The Independent. Responde: no tengo ninguna esperanza para Starmer, en absoluto. Quiero decir, creo que hay un verdadero vacío político en la izquierda, porque se ha movido dentro de un papel de cigarrillo de los conservadores.

Se le pregunta por quién vota-rá en las próximas elecciones. Personalmente, no puedo votar por el Partido Laborista y Starmer, contestó.

–¿Un candidato independiente?

–Mejor no nombro a nadie o estaré en problemas y colgará de mi cuello. Creo que la gente puede leer entre líneas. Si Jeremy se presentara, ciertamente votaría por él o por alguien con esos antecedentes, absolutamente”.

Loach, nacido en Nuneaton, ha vivido en Bath con su esposa Lesley, madre de sus cuatro hijos adultos, incluido el también cineasta Jim Loach. Tengo suerte, dice; llevo una vida de clase media, supongo, dado el negocio en el que estoy.

–¿Cómo se mantiene en contacto con las generaciones más jóvenes?

–Tenemos nietos que están en su adolescencia. Ellos y sus amigos son muy brillantes y conscientes, mucho más que un viejo octogenario, y los busco para obtener una pista sobre lo que está sucediendo en esa generación”.

Acercándose a los 90 años, Loach sigue comprometido: está bien informado, por ejemplo, sobre el fenómeno Barbenheimer de principios de verano, comenta: “Fui a ver a Oppenheimer porque conozco a Cillian (Murphy). Trabajamos juntos [en The Wind That Shakes the Barley]. Tengo un gran respeto por él. Un actor brillante”. Y Barbie, ¿la vio? “No. ¡No me regalé a Barbie!”, se ríe.

La gente tiene curiosidad por saber si The Old Oak será realmente su último trabajo. Quiero decir, no puedo verlo en este momento, comenta. La energía física y emocional y el compromiso (requerido) y mantener a todos optimistas (es mucho). Las películas son una alegría. Pero una vez que estás conectado a la política, es difícil evitar participar.

The Old Oak está en cines ingleses y en plataformas.

Traducción: Juan José Olivares

 
 

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