Bogotá. Las madres de Soacha, un municipio vecino de esta capital, nunca bajaron sus brazos para demandar verdad y justicia por el asesinato de sus hijos a manos de miembros del ejército nacional a comienzos de siglo.
Esta tarde, casi veinte años después de que ellos fueran desaparecidos, luego asesinados y presentados a los medios como combatientes dados de baja en combate, las madres y otros familiares recibieron las excusas del Estado colombiano en un solemne acto en la Plaza de Bolívar.
El ministro de defensa, Iván Velázquez reconoció la responsabilidad de integrantes de las fuerzas militares en esta práctica, basada en la entrega de recompensas a las unidades del ejército que mostraran “éxitos” en la lucha contra insurgente, y dijo que “estos crímenes nos avergüenzan ante el mundo”.
El acto de excusas públicas reivindicó como inocentes a 19 jóvenes del municipio de Soacha que fueron reclutados por personas que les ofrecían importantes sumas de dinero para, supuestamente, vincularse a actividades agrícolas. Una vez en su poder, los muchachos eran trasladados a lejanas regiones del país y entregados a oficiales y soldados que los asesinaban a sangre fría para luego vestirlos con uniformes camuflados y presentarlos como irregulares caídos en combate.
La sucesión de desapariciones en el municipio, entre 2004 y 2006, movilizó a los familiares, encabezados por las madres, quienes recorrieron centenares de kilómetros hasta hallar los cuerpos sin vida de sus seres queridos.
Frente a las acongojadas madres que clamaban verdad y justicia, el propio presidente Álvaro Uribe desestimó los asesinatos y acuñó una desafortunada frase para referirse a los jóvenes que eran presentados como guerrilleros abatidos: “Seguramente esos muchachos no estaban recogiendo café”, dijo.
Más de dos mil cuatrocientos víctimas de esta práctica entre 2002 y 2008 -justo los años que gobernó Uribe- hicieron que la justicia transicional creada por los acuerdos de paz de 2016, así como la Comisión de la Verdad derivada del mismo pacto, concluyeran que se trató de una política de Estado destinada a hacer creer a la opinión nacional que se estaba ganando la guerra.