Ciudad de México. La desaparición de 43 estudiantes normalistas en Guerrero, ocurrida en la tristemente llamada noche de Iguala
, del 26 al 27 de septiembre de 2014, originó un hito iconográfico similar al producido por la Decena Trágica, dijo la investigadora Rebeca Monroy Nasr, quien publicó hace unos días el libro Ayotzinapa: Una historia en imágenes.
La historiadora del arte explicó en entrevista con La Jornada que lo sucedido también tiene similitudes con la fotografía generada alrededor de los sismos de 1985 o durante la irrupción en 1994 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional; sin embargo, como sorpresa, Ayotzinapa ha sido muy particular
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Monroy Nasr detalló que el problema es que no hay solución. No acabamos de saber qué pasó y sí lo necesitamos. Se ha avanzado, tenemos respuestas, pero faltan más: saber dónde están los muchachos. Esto es un granito de arena para que la gente vea estas imágenes, sepa dónde estamos y lo que se ha hecho
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El volumen fue publicado en línea por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inehrm), en la dirección web https://inehrm.gob.mx/es/inehrm/Mexico_Contemporaneo. Incluye un prólogo de la historiadora Gabriela Pulido Llano, encargada de la Oficina para la Memoria Histórica de México, del Archivo General de la Nación.
La escritora destacó que el libro apareció cuando se cumplieron nueve años de la tragedia, el pasado 26 de septiembre. Me parece sensacional que se hable de la necesidad de encontrarlos. Los queremos ver, porque vivos se los llevaron y vivos los queremos
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Recordó que es necesario volver a contar cómo ocurrieron los hechos, que de septiembre de 2014 a enero de 2015 se quiso cerrar el caso y dar por muertos a los jóvenes. “Es terrible. En las imágenes del ‘cierre’ hay aflicción y dolor; es la demostración de que no podían con eso; además, es una mentira histórica terrible. A partir de lo visual te das cuenta del cinismo del gobierno de entonces”.
La profesora-investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) refirió que se esperaba enterrar, acabar, desmantelar e invisibilizar el tema. Por eso me dediqué a analizar la imagen. Ayotzinapa en una historia en imágenes implica colocar los hechos de nuevo en primer plano. Quiero entusiasmar a los jóvenes para volver a ver esta historia. No se ha olvidado, por supuesto, y trato de lograr que las fotografías hablen
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Contó que el texto se inició como una ponencia que presentó en Chile para mostrar la cobertura limitada que hizo un medio, pues Ayotzinapa no sólo fue local, sino que en todo el mundo estaba la gente muy incómoda, muy aguerrida con esta situación
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Fotografía de las emociones
La autora reseñó que se basó en la propuesta de la estudiosa británica Andrea Noble de la fotografía desde las emociones, algo que usualmente no se toca en la academia por su subjetividad, pero había que hacerlo, más en este tema que es muy sensible para los padres y las madres, para los alumnos de las escuelas rurales y para la sociedad
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Rebeca Monroy consideró que La Jornada dio el primer reporte de los hechos de Iguala, el 27 de septiembre, y luego publicó fotos impactantes de dos jóvenes asesinados. “Esa primera nota dio un escalofrío impresionante, y cuando empezaron a aparecer en las primeras páginas, las personas comenzaron a entender que eso trascendió.
Las fotos tamaño óvalo de credencial de los estudiantes se volvieron de identidad en serio, para no perderlos de vista, conservar su memoria y sus rostros. Ha sido un punto muy importante a lo largo de estos nueve años: conservar su imagen en las marchas nos ha permitido saber quiénes son. No hay que abandonarlos
, reiteró la especialista.
La historiadora detalló que La Jornada explicó con opiniones muy profundas qué eran las normales rurales antes, por qué no las querían y han intentado desaparecerlas con políticas públicas, información que muestra la situación mucho antes de que se llegara a Ayotzinapa, lo cual lleva a una historia que otros diarios no hicieron, porque fueron, y son, más inmediatistas
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En esos textos, continuó la investigadora, se cuenta la importancia de las normales rurales en poblaciones donde los jóvenes no tienen muchas alternativas y volverse profesores e irse a trabajar en la sierra es una de ellas.
Es doloroso ver a los papás campesinos de los normalistas, porque tenían la expectativa de que los chavos salieran de una situación desgarradora y en vez de eso los refundieron más en ese pozo del dolor.