El ex presidente, golpista, violador y candidato presidencial favorito republicano está muy ocupado compitiendo por la Casa Blanca mientras se defiende en al menos cuatro juicios y un total de 91 cargos criminales y civiles en los próximos meses. Al mismo tiempo, un senador demócrata que se siente juez internacional al condenar a gobiernos que repudian el modelo imperial de Washington acusándolos de corruptos
y antidemocráticos
ahora está acusado –por segunda vez– de corrupción política. Y sólo unos días después de que se fueron de Nueva York los últimos mandatarios de los países del mundo que llegaron a participar en el debate anual en la Asamblea General de la ONU donde casi todos pretendieron expresar su gran preocupación por el cambio climático, la ciudad se inundó para comprobar el acto criminal de no haber hecho más que hablar bonito durante años, lo que debería de ser un crimen contra la humanidad.
La democracia en el país que insiste en ser líder democrático del mundo
se ha degradado a tal punto que uno de los principales candidatos para, en este caso, retornar a la Casa Blanca para, dice él, rescatar al país de las garras de la izquierda radical
y salvar a la democracia
enfrenta procesos judiciales en los que está acusado de, en esencia, destrozar el orden constitucional democrático con un intento de golpe, poner en riesgo la seguridad nacional del país, armar una conspiración para cometer un fraude electoral a su favor y por separado cometer un gran fraude empresarial.
Algunos han argumentado, incluido el propio acusado, que estos casos contra Trump son políticamente motivados para descarrilar su candidatura presidencial; otros han señalado que millones de sus seguidores percibirán los enjuiciamientos como ilegítimos
y que –también algo que ha promovido el acusado– comprueban que el sistema de justicia está pervertido. Otros más alertan que podrían llevar a mayor violencia política por los fanáticos de Trump; el propio ex presidente se presentó en una armería la semana pasada, donde pareció comprar una pistola Glock (su equipo insistió después en que el ex mandatario nunca adquirió esa arma), jugando con el mensaje de que todos, incluso él, deberían armarse para protegerse de los que no están de acuerdo.
Mientras tanto, la acusación formal de corrupción por fiscales federales contra el poderoso senador demócrata Robert Menendez comprueba lo que todos saben: la corrupción es bipartidista, y mientras las elecciones se ganen en gran medida por Don Dinero, esto no cambiará.
Pero nadie tiene el monopolio sobre la hipocresía política. ¿Cuántos de los mandatarios que desfilaron ante el podio de la ONU donde reconocieron el consenso científico mundial de que se tenía que frenar tan pronto como sea posible la producción y uso de combustibles fósiles regresaron a sus capitales para hacer justo lo opuesto?
Durante la gran tormenta casi bíblica en Nueva York a finales de la semana pasada, Sally, una leona marina, logró salir de su recinto en el zoológico de Central Park para dar la vuelta por ahí, pero regreso poco después, aparentemente luego de concluir que no hay cómo escapar de los efectos de tanta delincuencia, deterioro e impunidad política. Se necesita buscar la manera de liberar a las Sally y meter en su lugar en un gran zoológico a los políticos delincuentes y a todos los responsables de crisis existenciales anunciadas.
Si no, todos sólo estaremos esperando a Noé.
Steve Earle. This City. https://open.spotify.com/track/7geD6PpfI20wjeMnVYBOfA?si=fca192c098704f6f
Bob Dylan. A hard rain’s a gonna fall. https://open.spotify.com/track/3P6aVIfUQaEqwfaJV5O3ct?si=c00d9a00823c4dbe
Simon and Garfunkel. At the zoo. https://open.spotify.com/track/0b1NUCAYfEOuPx9nELBBfX?si=e19bb367a8784550