Con 172 votos a favor, 177 en contra y un voto nulo (el de un diputado nacionalista catalán que se equivocó), la candidatura a la presidencia del gobierno español del candidato del derechista Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, fue rechazado de forma contundente y en dos votaciones consecutivas. La mayoría progresista y nacionalista en el Congreso de los Diputados sepultó las posibilidades de un gobierno de coalición entre el PP y la extrema derecha de Vox, una formación que niega la violencia machista, el cambio climático, que aboga por la ilegalización de los partidos independentistas y que abandera con orgullo el legado de la dictadura franquista. Ahora, una vez rechazada la investidura de Feijóo, el Rey Felipe VI iniciará el próximo lunes una ronda de contactos con los partidos para proponer a un nuevo candidato, que será con toda seguridad el actual presidente en funciones, el socialista Pedro Sánchez, quien todavía tiene que sellar sus acuerdos con el resto de grupos para alcanzar la mayoría.
La segunda parte del debate parlamentario de investidura transcurrió según lo previsto: el candidato, Núñez Feijóo, pronunció un breve discurso inicial, ya sin derecho a réplica, en el que insistió en su línea argumental para pedir el voto de los diputados para su investidura. El líder del PP insistió en señalar el acuerdo “antidemocrático” y “mentiroso” que supondría que una vez rechazada su investidura, como así ocurrió, se consumara un gobierno de coalición de las fuerzas de izquierda con los grupos parlamentarios independentistas vascos, catalanes y gallegos, que defienden ideologías que van desde el comunismo libertario y defensor de la lucha obrera -como es el caso de EH-Bildu o una parte de Sumar- hasta la formación de una república catalana socialdemócrata -como es el caso de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)-, además de los dos partidos de tradición democristiana y conservadora, que son el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Junts per Catalunya (JxCat), ambas con una arraigada raíz tradicionalista de derechas.
Feijóo realizó una serie de preguntas en su discurso final al presidente en funciones y aspirante socialista, Sánchez, sobre el futuro inmediato de las negociaciones para gobernar el país, sobre todo las dos cuestiones que pusieron sobre la mesa las formaciones nacionalistas y que tienen al país fracturado en dos: si es o no partidario de la amnistía general a todos los procesados por delitos relacionados con las actividades del proceso separatista que inició en enero del 2013 y culminó con la declaración fallida de independencia de octubre del 2017; y, también en función de los reclamos nacionalistas, si estaría dispuesto o no a apoyar una eventual consulta ciudadana, vía referendo, sobre la autodeterminación o la independencia de Cataluña del resto del Estado español. Feijóo respondió con contundencia que él “no” está a favor de ambas cosas, al tiempo que invitó a Sánchez a hacer uso de la palabra y explicar su postura, pero de nuevo el líder socialista se negó a subir a la tribuna y cedió el espacio a un diputado y ex alcalde de Valladolid, Óscar Puente.
El único incidente durante la votación fue la equivocación en el voto de un diputado de JxCat, Eduardo Pujol, quien votó a favor de la investidura de Feijóo, lo que retrasó algo más de media hora el resultado oficial de la votación tras una tensa reunión de los miembros de la Mesa del Congreso, en la que finalmente salió adelante la postura de la presidenta, la socialista Francina Armengol, que decidió dar el voto por “nulo”. Eso explicó el resultado final de 172 votos a favor, 177 en contra y un sufragio nulo.
A partir de ahora, el Rey Felipe VI, en su calidad de jefe del Estado español, abrirá a partir de este lunes una nueva ronda de contactos con los grupos parlamentarios para encomendar la investidura a un nuevo candidato, que con toda probabilidad será Pedro Sánchez. A estas reuniones con el monarca no asistirán ni ERC, ni EH-Bildu ni JxCat.
A día de hoy, el candidato socialista tiene garantizados los apoyos de su partido, el PSOE, con 121 diputados, y el de la coalición de 15 partidos de izquierda, Sumar, con 31 escaños. Es decir, que tendría sólo 152 apoyos, si bien es probable que finalmente se sumen a su causa el resto de grupos nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, que en conjunto suman 26 diputados, lo que le permitiría sacar la investidura adelante.
En Barcelona, en el Parlamento autonómico, se produjo la otra votación relevante del día, en la que se aprobaron dos mociones presentadas por las formaciones nacionalistas en las que se insta a los grupos parlamentarios catalanes con representación en el Parlamento español a que “no den apoyo a una investidura de un futuro Gobierno español que no se comprometa a trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración de un referéndum” y a la “necesidad de una ley de amnistía para dejar sin efecto aquello que se había tipificado como infracción penal o administrativa en relación con la defensa del ejercicio del derecho a autodeterminación de Cataluña”. Así inician las negociaciones finales que o culminan en un acuerdo progresista y plurinacional, o, en caso de fracasar, abren la puerta a unos nuevos comicios generales en enero próximo.
