Hace 70 años, Leonel Kelly conoció el futbol. Lo descubrió cuando vino a la Ciudad de México para estudiar la preparatoria en 1954. Nunca antes había visto ese juego que se lleva con los pies y que no se parecía en nada al único deporte que conocía e incendiaba la imaginación en su tierra natal, Los Mochis, Sinaloa. Para explicarse, aclara que en su estado, como en la vecina Sonora, no hay actividad lúdica con mayor tradición popular que el beisbol. Y por eso la evocación. Aún eran los tiempos de la radio y de las gestas orales de Pedro Mago Septién, las cuales podían recrear un parti-do con sus dramas y hazañas, mientras el escucha miraba a ninguna parte porque todo estaba ocurriendo en la intimidad de su mente.
Cuando el doctor Kelly pensaba en una pelota, no era ese esférico que necesita de dos manos para sujetarse, sino esa pequeña bo-la de cuero y corazón de corcho unida por 108 costuras a la que llaman con cariño Doña Blanca.
Es que en Sinaloa y Sonora no hay otro deporte que nos guste más que el beisbol
, repite el doctor Kelly, un aficionado más de los que vinieron al parque Fray Nano, donde por primera vez cuatro equipos de la Liga Mexicana del Pacífico juegan en la Ciudad de México. Los campeones Cañeros de Los Mochis, Venados de Mazatlán, Sultanes de Monterrey, así como Charros de Jalisco debutan en esta capital como parte de su pretemporada.
Mazatlán es el primer ganador de la Liga Mexicana del Pacífico en esta gira. Vencieron con relativa facilidad por 5-4 a los monarcas Cañeros de Los Mochis. Aun-que estos respondieron muy tarde, en el último rollo estuvieron cerca de empatar.
Otro tipo de pelota
En Ciudad de México, los equipos reinantes han sido Diablos Rojos y Tigres (hoy mudado a Quintana Roo), ambos de la liga mexicana, la más antigua y que se juega en verano, pero se sigue poco a los clubes del Pacífico. Entre sinaloenses y sonorenses que ocupan las gradas del estadio en la alcaldía Venustiano Carranza, algunos chilangos curiosos, y otros muy apasionados del beisbol, aprovechan para ver otro tipo de pelota
, dice un aficionado.
Creo que la liga del Pacífico tiene más competencia, porque como es invernal, aprovecha el descanso de las Grandes Ligas y mucho pelotero de allá se incorpora a los equipos de nuestra organización. Eso le da mayor competencia y mucho nivel
, subraya Juan Pablo Téllez, lanzador de Mazatlán, pero que esta tarde no subió a la loma; le toca llevar los números y medir la velocidad de los lanzamientos con la pistola radar desde las gradas.
En las casetas de los peloteros se escuchan una mezcla de acentos recios típicos de las regiones del norte del país. Algunos han jugado aquí cuando en este parque los Diablos Rojos eran locales antes de tener el Alfredo Harp Helú, pero la mayoría de los beisbolistas visitantes no conoce este diamante.
Vuela mucho la pelota. Se siente raro
, expresa un joven pelotero.
Es por la altura de la ciudad. Yo nunca he jugado aquí, pero sí se siente que el cardio va a estar bueno: se cansa uno pronto
, le responde otro.
El juego inaugural es entre Mazatlán y los campeones Cañeros de Los Mochis. A los monarcas del Pacífico se nota que algo les pesa, porque respondieron muy tarde, ya muy avanzado el partido. En cambio, Venados le dio duro a la pelota desde la primera entrada.
Con un batazo bien colocado anotaron en la primera y en la cuarta volvieron a pisar la registradora. Se notan contentos y bien acoplados. Cañeros no encuentra cómo responder al pitcheo de Mazatlán y comete algunos errores defensivos. Pero se acercaron con timidez hasta que lograron batear un jonrón que les levantó la moral. Así cerraron en la novena entrada con un ataque que los dejó a nada del empate.
Estuvo complicado el juego por la altura, hace que la pelota se eleve mucho y cuesta demasiado respirar. Los muchachos dicen que está fuerte el esfuerzo. Esto nos sirve para la preparación. Eso sí, el clima es-tá muy agradable, porque en el Pacífico jugamos a temperaturas que ni se imaginan
, cuenta el mánager de Venados, Luis Carlos Rivera.
En Ciudad de México hay mucho seguidor de la liga del Pacífico, porque aquí también hay mucha tradición beisbolera. Lo que pasa es que hay tanto, mucho futbol y otros deportes, que se pierde entre todo eso. Pero vemos que la gente quiere ver nuestro juego
, agrega Rivera.
Al terminar el partido, el doctor Kelly se retira contento acompañado de su familia. Aunque perdió su equipo, le emociona que estén de visita en la ciudad en la que vive desde hace décadas. Tener tan cerca a Los Cañeros es como estar por un momento en su tierra, Los Mochis, esa ciudad en la que aprendió a querer el beisbol. Volverá el sábado y el domingo como en los días de su niñez.