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Resistencias

27 de septiembre de 2023 00:20

La reciente sesión de las Naciones Unidas, que tuvo lugar en su sede neoyorquina, puso de relieve las resistencias latinoamericanas para seguir la guía estadunidense. Se rebelaron, con claridad meridiana, a unirse al llamado occidente para respaldar la guerra en Ucrania, contra Rusia.

Gustavo Petro, presidente de Colombia, expresó con elegancia su negativa guerrera: no aceptó enviar armas o combatientes a petición de los que, aún en estos tiempos, pretenden ser patrones de la región. A este aguerrido mandatario lo siguieron otros que dieron a la reunión un corte distintivo. Pusieron ahí, de manifiesto, la firme decisión de seguir una ruta de independiente soberanía. Tanto el boliviano Luis Arce como el brasileño Lula da Silva, junto con el argentino Alberto Fernández o el propio Gabriel Boric, chileno, recalaron en similares posturas. Todos ellos sin dejar pasar la oportunidad de condenar la política militarista, de castigos (sanciones) económicos unilaterales e impuestos a través de la hegemonía del dólar.

Pero, en el fondo, lo que fluyó de manera casi natural, fue un espíritu reivindicativo de los dolores y las penas del subcontinente. La pobreza y la desigualdad como duros reductos del injusto reparto de la riqueza, derivado del neocolonialismo y el modelo concentrador. Penas y dolores a los que se sumó, también, México por conducto de su canciller, Alicia Bárcena. La protesta de Cuba volvió también a sonar, como siempre, contra el injusto bloqueo que ya lleva decenios. Lo mismo pasó con la serie de castigos impuestos a Venezuela, responsable, en buena parte, de la terrible situación que allá impera. Situación derivada a gruesas capas de su población, ahora migrante por miles o millones.

Los afanes soberanos de la región se esparcen y profundizan entre la población. Ahí, en ese vasto territorio, se han radicado, con matices diversos y focos de atención diferentes, ya sea por los abundantes minerales –litio, cobre, los hidrocarburos– los alimentos, la pesada deuda o la vida democrática como horizonte a defender. Pero este flujo de fuerza vital escuchado en la ONU no se detiene. Por el contrario, se agranda y penetra entre los distintos pueblos con modalidades varias. La conciencia por ser independientes, solidarios, productivos y pacíficos alimenta un fenómeno, por lo demás ya injertado en el cuerpo republicano de estas naciones. Países que han adoptado el concepto de sur global y dar nombre a la asociación de intereses (sociales o económicos) antes dispersos. Intentos de organización geopolítica para multiplicar iniciativas y realidades de poder.

No se pueden perder de vista las fuertes corrientes con posturas que trabajan en sentido opuesto a lo arriba expresado. El inesperado brote de extremismos de derecha que se manifiestan en Argentina es, tal vez, de la mayor preocupación. Pero el no resuelto litigio chileno para liberarse de los remanentes de golpe contra Salvador Allende, que sigue siendo una pesada realidad. O la declarada intentona golpista que pulula por Brasil y de la que no escapa la golpeada nación colombiana. Esas tendencias ahí están, insertas aunque, al menos por ahora, minoritarias, pero que tienen la intención de agredir, en cualquier momento, a la vida democrática. Tal y como, onerosamente, lo seguimos viendo en Centroamérica.

El tufo golpista no sólo se deja oler en el sur del continente. En México continuamente reaparece enredado entre el conservadurismo local. Lo detiene, ciertamente, el apoyo masivo del pueblo al actual gobierno y el respaldo institucional del Ejército. Pero en otras instancias no sucede lo mismo. Por el contrario, tanto medios de comunicación o ciertos estamentos religiosos, como integrantes del aparato judicial, trabajan activamente para impulsar acciones de hartazgo e inestabilidad. Ambiente que, de prevalecer, confían, empujará sus intereses por retornar a lo que ya fue repudiado en las urnas por los ciudadanos. El antídoto a tales pulsiones retrógradas, encontrará materia sustantiva en las variadas políticas populares que se persiguen con atingencia. La eficacia que ellas muestran, con clara veracidad, al rescatar a millones de mexicanos de la pobreza y emprender la ruta a la igualdad (tanto en individuos como regiones).

La responsable conducción de la economía y las finanzas públicas otorga, también, el sustrato donde lo restante se apoya. Y, como los demás, insistir en la independiente soberanía de la nación reforzará la tendencia ya bien marcada por gobernantes y pueblos. Las venideras elecciones, ya en venturosa marcha, habrán de confirmar la ruta que se le presenta a los electores.



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