El candidato presidencial de la formación política La Libertad Avanza, Javier Milei, volvió a asestar implacables críticas contra el papa Francisco. Desde 2017, Milei arremete en redes y medios contra el pontífice.
Los adjetivos son duros y ofensivos. Sus recientes declaraciones han provocado agitación en la vida política argentina de cara a las elecciones presidenciales en que Milei encabeza por un corto margen. Al periodista estadunidense Tucker Carlson declaró que Jorge Mario Bergoglio, a quien había catalogado como “imbécil” y “representante del maligno en la Tierra”.
Ahora dijo que “el Papa juega políticamente, tiene una fuerte injerencia política y ha demostrado, además, una gran afinidad con dictadores, como Raúl y Fidel Castro o Nicolás Maduro; es decir, está del lado de dictaduras sangrientas”. El Papa, expresó Milei, está contra los grandes preceptos cristianos contenidos en los 10 mandamientos.
En una misa multitudinaria, los llamados curas villeros contestaron, arremetieron contra Milei. Se ha pasado de la raya y sus dichos son indignos de un candidato. Así definió el cura de zonas populares, José, Pepe, Di Paola. Durante la concelebración “de reparación por los atropellos” contra el Papa, convocada frente a la parroquia de la Virgen indígena de Caacupé.
Los más de 70 sacerdotes presentaron un documento leído al final de la misa, firmado por el obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires, Gustavo Carrara. Los curas rechazaron las agresiones de Milei al Papa y reiteraron la “necesidad de procurar el bien común ante una sociedad cada vez más polarizada” en Argentina.
En el documento se subrayó que “a 40 años del retorno de la democracia no es posible pensar en el retorno de una política salvaje del sálvese quien pueda”. En el centro del repudio, el movimiento de los curas de los suburbios no están sólo los insultos a Bergoglio, sino toda la filosofía política de Milei.
Para los curas villeros que se inspiran directamente en la tradición de la doctrina social de la Iglesia, la afirmación de un candidato de que “la justicia social es una aberración” representa un ataque directo a la raíz de la fe. En la mayor parte de los países latinoamericanos, dichos adjetivos serían impensables. Menos de un candidato a la presidencia. De una u otra manera, pesa el voto religioso.
De modo abierto y frontal tanto el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, como Gustavo Petro, presidente de Colombia, cuestionaron los dichos de Milei. Petro declaró: “Porque el Papa pide priorizar la ayuda a los más pobres le llaman maligno y comunista.
¿Como llamarán estos fundamentalistas de extrema derecha a Jesús que pedía ayudar a la mujer a la que le tiraban piedras?” En agosto, causó conmoción y sorpresa en Argentina el triunfo electoral del candidato libertario de extrema derecha, Javier Milei.
Ganó las primarias denominadas primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias en ese país con casi 30 por ciento de los votos. Es cierto que predominó el abstencionismo, así que para Milei queda aún largo trecho para alcanzar la presidencia.
Milei se beneficia del extremo descrédito de la clase política argentina, de la gran de cepción de los partidos tradicionales, de la crisis económica: incontrolable inflación, severa deuda externa, crisis de las institucionales y de la visión pesimista del futuro.
Milei goza de la cercanía de Donald Trump, de Jair Bolsonaro y del VoxYunque. Su hermana entrañable milita en la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, congregación internacional donde emergen sacerdotes católicos ultratradicionalistas que se oponen a las aperturas del Concilio vaticano II, realizado en los años 60.
Milei sigue, según Andrés Oppenheimer, la estrategia de campaña que Trump y otros populistas. Son cuatro pasos mediáticos básicos: a) hacer una declaración escandalosa, algo rimbombante que se convertirá inmediatamente en viral; b) consiente las críticas a sus declaraciones, sin aceptarlas plenamente; c) ataca a los medios de comunicación, afirmando falsamente que lo han tergiversado, o que es víctima de una campaña de desprestigio, y d) apenas el escándalo pierde fuerza y sale de las primeras planas; saca de la galera una nueva declaración escandalosa, y el ciclo recomienza, manteniendo así estar en el centro de la conversación en la agenda pública (Miami Herald, 18/9)