Ciudad de México. La inflación en México y Estados Unidos ha venido cediendo, pero aún se encuentra por encima de los objetivos de los bancos centrales, y expuesta a un recrudecimiento de las presiones en precios por fenómenos ambientales como El Niño, así que aún no se puede asegurar que las tasas de referencia llegaron a su máximo ni que comenzarán a bajar, explicó Ariane Ortiz-Bollin vicepresidenta en Moody’s Investors Service.
Entre pares de América Latina, se estima que el Banco de México sea uno de los organismos centrales más cautos para comenzar a bajar su referencia, dada la presión de la política monetaria de Estados Unidos y la valuación del peso en un año electoral. Esto pese a que el alto nivel de la tasa de interés, y su efecto en el costo de financiamiento para las empresas —que se ha reflejado en impagos—, “todavía no ha tenido impacto en la economía y se va a sentir en los próximos trimestres”.
Ortiz-Bollin explicó que la desaceleración en México estimada por Moody’s para el próximo año, con un crecimiento previsto entre 2 y 2.5 por ciento, por debajo del 3.3 por ciento estimado por la calificadora para 2023, se debe a que la economía de Estados Unidos no caerá en recesión, como habían alertado algunos participantes del mercado, pero los datos ya exhiben una desaceleración en curso.
Estas menores tasas de crecimiento de Estados Unidos afectarán a México por tratarse de su principal socio comercial; sumado a que la economía interna también resentirá los efectos de una política monetaria restrictiva, que encarece el costo del financiamiento para el sector productivo, incluso su acceso a él, amplió.
Aunque la inflación ha venido desacelerándose, “no se puede afirmar que ya se llegó a la parte terminal de las tasas en México (…) es posible que haya todavía más alzas”. Hay debates en los que se plantea que la economía de Estados Unidos y la mexicana no se ha desacelerado lo suficiente porque la política monetaria no ha sido lo suficientemente restrictiva, expuso Ortiz-Bollin. “No es nuestro escenario base, pero es una posibilidad”.
En su escenario base, Moody’s estima que la Reserva Federal (Fed) —el banco central de Estados Unidos— comience a bajar sus tasas en abril del próximo año y mientras se mantenga en el rango de 5.25 – 5.50 por ciento. El que se baje la referencia en el país vecino metería presión al Banco de México porque se reduce el diferencial y eso puede orillar a que el peso se deprecie en un año electoral.
La vicepresidenta de la calificadora detalló que, a causa del nivel de la política monetaria restrictiva en la mayor parte del mundo, desde Moody’s se ha observado “un aumento importante en impagos”, sobre todo en compañías que están calificadas en niveles menores. “No es una crisis a nivel general, pero las empresas que ya tenían riesgos de financiamiento y liquidez son las que han estado empezando a caer en impago en todo el mundo”.
En México se ha observado sobre todo en el sector consumo y fue más agudo el año pasado, detalló. En 2023 esta situación ha comenzado a mejorar; se observan menos impagos y rebajas de calificación, pero las altas tasas de interés —que se espera continúen el próximo año— implican la extinción de modelos de negocio que funcionaban con acceso a financiamiento más barato. Las “economías a nivel global no han realmente internalizado esta nueva realidad” de tasas altas, destacó Ortiz-Bollin.
Roxana Muñoz, analista de corporativos en la calificadora, dijo que a nivel mundial se observa un cambio en cómo las empresas se acercan a la deuda. Las que están pidiéndola es sobre todo para refinanciamientos o para plazos cortos.