Eviel Pérez Magaña construyó laboriosamente una carrera política significada por las peores prácticas del priísmo. Fue, entre otros cargos (además de legislativos y partidistas), secretario de Obras Públicas durante la administración corrupta y represiva de Ulises Ruiz Ortiz en Oaxaca. Con Enrique Peña Nieto fue subsecretario de Desarrollo Social y, a la salida del compadre Luis Miranda, ocupó la titularidad de esa cartera.
En junio de 2016, Diego Osorno e Irving Huerta publicaron: “el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, integró junto con Eviel Pérez Magaña, actual subsecretario de Desarrollo Social del gobierno federal, una red de negocios, para la que usó nombres de pobladores humildes como falsos compradores de casas, con el fin de introducir en el sistema bancario al menos 33 millones de pesos en efectivo, de acuerdo con documentos y testimonios recogidos durante una investigación de Aristegui Noticias.
“En 2008, dos años antes de que Ulises Ruiz dejara el gobierno, donde Pérez Magaña fungía como secretario de Obras Públicas, el sobrino del entonces gobernador, Álvaro Ortiz Alvarado; la esposa de Pérez Magaña, Gabriela López; así como socios de esos funcionarios públicos en otras empresas, y una familia poderosa de Oaxaca, los Bravo Bravo, formaron Grupo Inmobiliario del Papaloapan (GIPSA), compañía constructora del fraccionamiento Los Álamos, en la ciudad de Tuxtepec, Oaxaca, en los límites con el estado de Veracruz (https://goo.su/SXFUy).
Con documentación plena se han denunciado negocios en los rubros hospitalarios, inmobiliarios y energéticos e incluso financiamiento de técnicas de “contrainformación como lo fueron el portal electrónico www.oaxacaenpaz.com y la denominada Radio Ciudadana, a través de los cuales se instrumentaron estrategias de persecución, hostigamiento y estigmatización en contra de periodistas independientes y dirigentes del movimiento social” denominado Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), como puede verse en el informe de la Comisión de la Verdad en Oaxaca sobre represiones en 2006 y 2007, https://goo.su/xTUpxE.
Ayer, Eviel Pérez Magaña firmó en Oaxaca como parte del reciclamiento de cascajo político que Claudia Sheinbaum está realizando a título de acuerdos que abren las puertas
de Morena a personajes de otros partidos o sin militancia explícita. La presencia de Eviel concitó rechazo sonoro y acusaciones de traición al sentido de la llamada Cuarta Transformación, como ha sucedido ya en otras entidades.
En Sinaloa ocurrió un rechazo parecido al incorporar, entre otros personajes, a Jesús Valdés, quien ocupó cargos y representaciones priístas y fue presidente del comité estatal tricolor en la pasada elección de gobernador y otros puestos. Valdés vio pasar el secuestro de los operadores electorales priístas, atribuido a grupos del crimen organizado, para que no obstruyeran la ruta de Rubén Rocha Moya, de Morena (https://goo.su/OZwq y https://goo.su/GzUxo). Reciclarlo parece pago por su silencio.
Es natural que en una batalla electoral, sobre todo si se le considera muy reñida, se abran las puertas de un partido a grupos, corrientes o personajes que enriquezcan la capacidad competitiva, que muestren a los ciudadanos la buena catadura de la propuesta, en este caso de Sheinbaum y Morena. Pero sumar a personajes impresentables, como está sucediendo, degrada tal propuesta, premia el oportunismo, encamina a candidaturas a intereses adversos a lo que proclama la 4T y anticipa traiciones o distorsiones como ya ha sucedido en 2018 y 2021.
Y, mientras Chiapas está a la deriva, con un gobernador ausente, Rutilio Escandón, dedicado más a la politiquería futurista, mientras los dos principales cárteles del país invaden, dominan e incluso alguna de estas facciones desfila como presunta esperanza protectora, ¡hasta mañana, con el Ejército de Guatemala alerta por las acciones del crimen organizado en su frontera con México!
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