En el primer sábado, luego de haber sido declarado patrimonio cultural de la Ciudad de México, chavos y rucos, adolescentes con sus abuelas, mujeres y hombres adultos, grupos de jóvenes y visitantes primerizos caminaron ayer por el tianguis cultural de El Chopo, en la colonia Buenavista, en Cuauhtémoc.
Los choperos y paseantes, quienes caminaban pegaditos por la calle Juan Aldama después de las 14 horas, coincidieron en que el sitio se caracteriza porque todos hallan algo que no se compra: la convivencia
, totalmente distinta a la que se experimenta en un partido de futbol o un espectáculo de lucha libre, donde invariablemente se elige a un equipo, o te vas con los rudos o los técnicos
.
En el tianguis, que en octubre cumplirá 43 años, confluyen jipis, punks, darketos y skatos que lo hacen único, donde no se trata sólo de hacer comercio, porque el chopero no tiene como objetivo la venta, sino la convivencia
, aseguró el fundador del espacio, Ramón García, de 67 años.
Enlistó a los pilares del tianguis entre quienes se encuentran “Gabriel Barrón, que tiene rock and roll de todos los tiempos y países; Lino Moreno, que trae el metal en formato vinil de todas partes del mundo, y José Luis Garnica, que es un maestro del underground, así como Manuel Álvarez, quien viaja a diferentes países para traer rock de todas las épocas”.
En entrevista, dijo que la publicación de la declaratoria de patrimonio cultural fue orden del presidente Andrés Manuel López Obrador que acató el jefe de Gobierno, Martí Batres, porque el tema surgió en una conferencia mañanera.
En la jornada se vendieron elepés, casetes, pósters y otros objetos de grupos clásicos del género. Foto Yazmín Ortega Cortés
A unos pasos de la calle Luna se encuentra el espacio denominado Crónicas Marcianas –homónimo del título de un libro de Ray Bradbury–, donde Raúl Miranda exhibe infinidad de pósters, libros, y discos de rock alternativo y progresivo. De este género, dijo, uno de los grupos más cotizados es el italiano Banco del Mutuo Soccorso. Además, hay rock sicodélico de Quicksilver Messenger Service, y entre los metales, Iron Maiden.
Como el rock es lo que une a los asistentes, llegó el coleccionista Juan Jiménez, quien admitió que posee más de 50 mil objetos, entre revistas, casetes y discos compactos; mientras, desde Atizapán, estado de México, se presentó Alejandro Ramírez, de 48 años, con sus elepés bajo el brazo.
Buscaba vender grabaciones de Bob Marley, en 350 pesos; uno de música de la película The Doors en 300, y uno de 13 éxitos de este grupo, en 250, con el fin de comprar un boleto para un concierto de reggae de la próxima semana en la capital.
Los choperos reprocharon a la alcaldía Cuauhtémoc que haya permitido la instalación de unos 100 vendedores ambulantes, que ahora se cuelgan de El Chopo
y están instalados en la misma calle, pero sin tener la esencia cultural.
Otro asistente, Pacheco, quien también vende discos, dijo que con la declaratoria comienza la historia y acaba la leyenda del lugar en el que se reúnen las playeras negras
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También llegaron Abril y Gael para comprar pósters de películas; así como Julieta Vidales, de 61 años, que llevó a su nieto de 14, porque no conocía el lugar. En tanto, Paty López que dijo esperar que se retomen los performances, porque El Chopo es un lugar cultural donde puedes caminar desnuda y nadie te falta al respeto
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