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Los de abajo

23 de septiembre de 2023 05:00

“Estamos aquí por la exigencia de los documentos que hacen falta para esclarecer el caso Ayotzinapa, por eso nos mantenemos en plantón”, explican los padres y madres de los 43 normalistas desaparecidos hace casi nueve años en Iguala, Guerrero, al instalarse frente al Campo Militar número uno en la Ciudad de México.

Ellos y ellas dejaron claro al Presidente de México que no piensan rendirse. Saben que en manos del Ejército está la información sobre el paradero de sus hijos y lamentan que el Ejecutivo federal “esté con los militares y no con las víctimas”. Refieren una y otra vez el sexto informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), organismo “que se retiró porque obstruyeron las líneas de investigación cuando tocaron al Ejército”, como lo explica María de Jesús Tlatempa, madre de José Eduardo, desaparecido junto con sus compañeros la noche del 26 de septiembre de 2014.

Que el federal, insisten, “tome la responsabilidad y considere que el Centro Regional de Fusión de Inteligencia (CRFI) entregue la información que tiene oculta”. Han pasado ya nueve años, casi cinco de este sexenio, y siguen sin saber el destino de sus hijos. Ahora saben que el Ejército sabe, y eso los llena de indignación, aunque también de esperanza, y por eso exigen que los militares entreguen “lo que está confirmado que existe”.

“Las autoridades han reconocido que la desaparición de los 43 jóvenes es un crimen de Estado. No basta la voluntad que han tenido los funcionarios, principalmente el Ejecutivo federal. No basta encontrarse con los padres, sino las respuestas. No estamos aquí porque tengamos algo en contra del Ejército”, señaló Melitón Ortega.

“Tenemos otros hijos, pero queremos al que falta. Los extrañamos, por eso estamos en pie de lucha, por el amor que les tenemos”, dice Cristina Bautista bajo la gran carpa instalada frente al campo militar en el que fueron torturadas por el Ejército las víctimas de la guerra sucia. Es al mismo Ejército al que hoy le reclaman la información que encubre el paradero de sus hijos. Que termine, ya, la tortura para estas familias que cumplen 108 meses sin sus hijos.



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