Ciudad de México. La autonomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no representa aislarse en una burbuja ni evitar la rendición de cuentas, afirma William Lee Alardín, quien se define como un universitario comprometido con la institución en la que siempre ha buscado contribuir en los cargos que ha ocupado desde hace más de dos décadas.
En esta ocasión, el coordinador de Investigación Científica de la universidad nacional desea encabezar la rectoría, por lo que es uno de los 17 aspirantes que se registraron al proceso sucesorio.
Su proyecto para 2023-27 contempla ajustes para que los planes de estudio sean más transversales, así como un programa paulatino que mejore la situación salarial de los profesores de asignatura, lo cual ha sido un tema prioritario entre los candidatos a suceder a Enrique Graue.
En entrevista con La Jornada, el egresado de la carrera de física de la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde obtuvo la medalla Gabino Barreda en 1992 y director del Instituto de Astronomía en dos ocasiones (2010 y 2014), está convencido de que el funcionamiento de la universidad es democrático
, pero es necesario moldear y actualizar la autonomía
, a través de las representaciones en sus cuerpos colegiados, para ser más eficientes.
–¿Es momento de que un científico vuelva a ocupar la rectoría?
–Obviamente dentro de la universidad hay diferentes corrientes y grupos, pero no lo vería como asunto gremial. Es importante que la rectoría trabaje para toda la universidad. Cada quien aporta una idea, un matiz. Hay que hacer equipos y reconocer dónde sabes más y dónde no, para pedir ayuda y consejo.
Cada uno de los médicos que ha ocupado la rectoría durante muchos años han tenido un desarrollo distinto. Pero sí creo que es bueno que haya diversidad en la gestión. Yo estoy listo para aportar lo que sé y para que trabajemos juntos.
–¿Qué lo distingue de los otros 16 aspirantes y le da ventaja en este proceso?
–El conocimiento que he tenido de la generación de soluciones y de la investigación para ponerla al servicio de la sociedad. Estamos en una situación donde tenemos retos ambientales, sociales y económicos, que están ligados a la generación y uso del conocimiento.
–¿Las críticas que ha recibido la universidad del actual gobierno han mermado su contribución a la nación?
–No lo creo. El gobierno y la universidad deben tener una relación de respeto mutuo y de colaboración. La universidad tampoco se puede concebir en una burbuja aislada del país, porque es para el país. Pero cada quien a lo suyo.
“Al gobierno le toca implementar las políticas públicas que considera pertinentes y a la universidad le toca impartir educación, generar conocimiento, difundir la cultura, hacer investigación básica y proponer soluciones.
Mientras exista esa relación de respeto, pueden salir muchas cosas buenas, por lo que una crítica o una situación coyuntural no merma la contribución de la UNAM al país. En cualquier área que se genere conocimiento, educación y espíritu crítico, eso ya contribuye a resolver un problema nacional.
–En su proyecto señala que la autonomía no significa impunidad ni exención a la rendición de cuentas ¿Qué quiere decir con esto?
–Quiere decir que no estamos al margen de las necesidades de la sociedad. También que no es un escudo para brincar la rendición de cuentas financieras o una excusa para no trabajar con las fuerzas del orden, la policía.
La universidad es un espacio del país donde se tiene que garantizar la seguridad de la comunidad en colaboración con las autoridades federales, estatales y municipales. No es un blindaje extraterritorial que nos permita hacer lo que queramos ni en el trabajo, ni en los recursos financieros, ni en situaciones que pudieran generar problemas que se tienen que resolver con las autoridades del orden.
Durante la charla con William Lee Alardín, el lunes pasado en Ciudad Universitaria. Foto Pablo Ramos
–Su proyecto dice que se requiere moldear y actualizar la autonomía para el cumplimiento de la misión universitaria ¿Qué significa esto?
–Continuamente se debe fomentar y ampliar la participación de la comunidad en los cuerpos colegiados. Estoy convencido que el funcionamiento de la universidad es democrático. Lo hacemos a través de consejos, comités, comisiones. Ampliar la representación de la universidad en sus cuerpos colegiados es una manera de actualizar la autonomía, para que la comunidad reconozca su legitimidad.
La estructura más perfecta no vale si las personas no creen que las representa. Si le pierden la fe y la confianza ya no sirven para nada. Entonces es el ejercicio cotidiano de esa representación y el regreso de esa representación a sus comunidades lo que da la legitimidad.
–Hay voces que reclaman que no hay piso parejo en la contienda por la rectoría ¿Tienen ventaja los funcionarios del equipo de Enrique Graue y directores de facultades?
–Yo creo que no. Puedo entender la preocupación, pero me parece que no. Quien guste tiene la oportunidad de presentar sus ideas y proyectos en diferentes foros universitarios, teniendo acceso a hablar con los medios de comunicación y me parece que hay una escucha en la comunidad a quienes se inscribieron en el proceso para participar y hay una condición equitativa.
–¿Qué se requiere para dar celeridad a la atención de los casos de violencia de género?
–Se debe hacer una evaluación de cómo están funcionando las estructuras que se crearon hace cuatro años, porque hay canales para atender quejas, pero hay que empatar normativas externas con internas.
Hay lineamientos que se deben revisar y tomar medidas para adecuarlos, corregirlos o actualizarlos. Hay que simplificar, aclarar y difundir cuáles son los canales para presentar estas quejas y cuáles son las medidas de restauración si las ofensas no son muy graves.
–¿Qué haría para mejorar las instalaciones de prepas, planteles del CCH y facultades foráneas?
–La inversión que requieren los planteles en términos de infraestructura básica es muy importante, porque fueron creados desde los años 70. Los planteles en algunos casos están en zonas complejas y eso hace que se ponga más atención y la inversión requerida es en colaboración con las direcciones de los planteles. Hay que priorizar ciertas cosas, pero empatarlas con el presupuesto.
–¿Usted sería un rector de oficina o de territorio?
–Me gusta darme mis vueltas. Es importante que haya contacto con la comunidad y siempre he tenido la puerta abierta. He ido a buscar a las personas donde están trabajando y eso no tiene sustituto. Ver directamente y que no te cuenten. Siempre he buscado escuchar a la comunidad.
–¿Aplicaría modelos híbridos en los planes de estudio para aumentar la matrícula?
–Buscaría establecer materias compartidas en muchas carreras que tienen que llevar cosas comunes, tanto en humanidades como en investigación científica, para que los estudiantes tengan un enfoque diferente; se trata de aprender del universo. Tenemos que hacer un esfuerzo para ser más transversales y más eficientes.
–¿Es necesaria la renovación de la planta académica?
–Hay que revisar la situación de profesores de asignatura porque en la práctica muchos sólo viven de las clases que dan. Ver cómo se puede regularizar paulatinamente, porque de golpe no se puede. Mucho está ligado al presupuesto, por lo qué hay que buscar otras formas de financiamiento.
–Si nombraran a otro candidato como el próximo rector, ¿trabajaría en el equipo?
–Estoy para contribuir en lo que pueda, y participo en este proceso para decir y proponer lo que me parece y lo que hace falta. Los que estamos en la lista tenemos visiones complementarias y hay propuestas muy valiosas. Estoy dispuesto a trabajar por la universidad de la manera que haga falta y sea posible.