Moscú. Poco menos de dos horas duró la reunión que mantuvieron este jueves en la ciudad azerí de Evlaj los representantes del gobierno de Azerbaiyán y de las autoridades armenias de Nagorno-Karabaj, la cual –a juzgar por la información disponible– más que negociaciones sobre el futuro de la república independiente no reconocida pareció un simple trámite en el que Bakú impuso las condiciones y fijó los plazos para cumplirlas, convencido de que logró recuperar por la fuerza la soberanía sobre todo el territorio en disputa desde hace más de treinta años.
Hay versiones contradictorias sobre el papel que desempeñaron en el encuentro las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz: unas agencias noticiosas dicen que un oficial asistió como testigo al encuentro y otras fuentes aseguran que los militares rusos se limitaron a garantizar que los delegados karabajíes llegaran por carretera a Evlaj.
Lo que sí se sabe es que el diputado azerí Ramin Mamedov, nombrado en marzo pasado “responsable de los contactos con los habitantes de la región del Karabaj”, entregó a sus contrapartes del Parlamento de Nagorno-Karabaj, David Melkumian y Areg Avakian, una lista de exigencias que no se hizo del dominio público de modo oficial.
Pero no hizo falta ya que, a partir de declaraciones dispersas de funcionarios del gobierno azerí, puede inferirse que incluye varios puntos innegociables: la disolución de la autoproclamada república independiente de Artsaj (nombre armenio de lo que los azeríes denominan región del Karabaj), la entrega a Azerbaiyán de una relación de funcionarios y militares independentistas, el desarme completo de sus formaciones armadas y la cesión de los carros blindados, cañones y demás tipos de armamento.
Mamedov informó a los delegados karabajíes que, si se cumplen sus condiciones, Bakú ya diseñó un plan para la reinserción económica y social de la población armenia que acepte la “nueva realidad” y quiera quedarse en el Karabaj que, anuncian, ahora se regirá por las leyes de Azerbaiyán.
La oficina del presidente Ilham Aliyev, de su lado, afirmó que ese proceso de integración es “un asunto interno de Azerbaiyán”. Difundió un comunicado que asienta: “En un ambiente constructivo y positivo, se discutieron la reintegración de la población armenia del Karabaj, la reparación de la infraestructura y la puesta en marcha de actividades basadas en la Constitución y las leyes de Azerbaiyán”.
Y agregó que “también se destacó la relevancia de instrumentar cuanto antes la declaración del ministerio de Defensa del 20 de septiembre para suspender las medidas antiterroristas”.
Los representantes de Nagorno-Karabaj –hace tres años perdió un tercio de su extensión como resultado de la llamada guerra de los 44 días– ofrecieron dar una respuesta en una próxima reunión y, debido a que la autoproclamada república estuvo bloqueada por Azerbaiyán durante los nueve meses recientes, solicitaron ayuda humanitaria, sobre todo alimentos y combustibles, que los azeríes se comprometieron a satisfacer.
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