Nueva York. El ruido retórico ensordecedor y el silencio por la ausencia de acciones necesarias para salvar al mundo de sus múltiples crisis existenciales rodean las actividades de la reunión de alto nivel de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas.
Continuó por segundo día el desfile de oradores ante la Asamblea General que durará una semana y a la vez este miércoles se realizaron dos eventos de alto perfil: una reunión del Consejo de Seguridad sobre Ucrania y otra mini cumbre sobre el cambio climático.
En el Consejo de Seguridad los medios trataron de elevar el drama anticipando que el presidente de Ucrania Volodymyr Zelenskiy y Sergei Lavrov, el canciller ruso, estarían en la misma sala por primera vez desde el inicio de la guerra. Sin embargo, la coreografía decepcionó a los observadores, ya que el ruso llegó después del discurso del ucranio, el cual tampoco permaneció ahí para escuchar a Lavrov.
Zelensky, en su discurso, denunció la impotencia de la ONU ante el conflicto y solicitó que la organización le quitara el poder de veto a Rusia. Afirmó que se requiere de una reforma extensa para que la ONU pueda actuar contra agresiones, sobre todo si el agresor es un miembro permanente con poder del veto. “Debemos reconocer que la ONU se encuentra en un punto muerto sobre asuntos de agresión. La humanidad ya no coloca sus esperanzas en la ONU cuando tiene que ver con la defensa de las fronteras soberanas de naciones”, apuntó. Nadie volteó a ver al canciller estadunidense Antony Blinken quien representa a la nación miembro permanente que más recientemente invadió otro país -Irak- en violación de la Carta de la ONU.
En ese foro hubo una lista larguísima de oradores -incluyendo a la canciller mexicana Alicia Bárcena- pero nadie esperaba que después de tanto verbo habría alguna acción concreta y era difícil medir si se habían tomado pasos o no hacia lo que todos decían era su meta: la paz.
En la “Cumbre de Ambiciones de Clima” convocada este miércoles por el secretario general de la ONU Antonio Guterres -parte del proceso hacia la próxima cumbre mundial sobre clima conocida como COP, está citada para el 30 de noviembre en pleno paraíso petrolero de Dubái- se repitieron sus advertencias de lo que muchos creen es la crisis más importante que enfrenta el mundo, y la urgencia de tomar acción colectiva inmediata. “La humanidad ha abierto las puertas al infierno” al permitir que la crisis climática continue acelerando, declaró Guterres al inaugurar la cumbre. Agregó que aunque se ha logrado promover el traslado de combustibles fósiles a fuentes renovables, “estamos atrasados décadas”. Subrayó: “tenemos que apurarnos para alcanzar el tiempo perdido al paso lento, torcedura de brazos y la avaricia desnuda de los intereses enraizados que ganan miles de millones de los combustibles fósiles”.
Pero aquí otra vez no estaban presentes los mandatarios de los países que más producen y usan combustibles fósiles y que más contribuyen al efecto invernadero -incluyendo el presidente estadunidense, como sus contrapartes de China, Rusia, India, Japón, Francia y Gran Bretaña.
Por su parte, el Reino Unido se le ocurrió anunciar este mismo día en Londres que estaría revocando su compromiso con las metas de reducción de emisiones contaminantes. Mientras tanto, el influyente boletín digital Semafor destaca que el Reino Unido no está solo: “Los planes sobre clima de México han ido hacia atrás en años recientes, dando prioridad a combustibles fósiles y desmantelando políticas climáticas” reportó.
La Casa Blanca de Biden decidió que era buen momento para anunciar que está lanzando algo llamado el American Climate Corps que propone capacitar a 20 mil jóvenes para participar en trabajos de economía “verde”, como parte de sus esfuerzos ambientalistas. Sin embargo, mientras Biden mantiene que su gobierno sigue comprometido con lograr el objetivo del Acuerdo de París para limitar a menos de 1.5 grados Celsius el calentamiento global, su gobierno se auto elogia por lograr niveles sin precedente de producción de petróleo y gas.
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