Moscú. Las autoridades armenias de Nagorno-Karabaj se rindieron este miércoles y, con la mediación del contingente de pacificación desplegado por Rusia, aceptaron respetar el cese el fuego bajo las condiciones impuestas por Azerbaiyán, que el martes comenzó bombardeos masivos y una operación militar en el enclave separatista.
Un día y medio de combates dejó como saldo más de 200 muertos y alrededor de 400 heridos armenios –Bakú no ha dado a conocer el número de sus bajas–, así como cerca de 7 mil evacuados de los poblados cercanos a la zona de los enfrentamientos, conforme a los datos proporcionados esta noche por Gegam Stepanian, defensor del pueblo karabají.
Para sentarse a negociar las condiciones de su rendición, Azerbaiyán exigió que las autoridades de Nagorno-Karabaj proclamen su disolución como república independiente, así como que depongan las armas todas las formaciones militares que tenían ahí –“fuerzas de defensa territorial” para los armenios; “grupos terroristas”, para los azeríes– y que todo el armamento (vehículos blindados y cañones de artillería, en primer término) sea sacado del territorio del Karabaj, como lo llaman en Bakú; “Artsaj”, según la denominación que le dan en Yereván.
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