¿Ya lo dije? No lo sé. No, no un poeta. Un poema. Decir.
Una copla es una vida. No más, no menos.
¿Estoy loco? Sí, claro. La única manera de estar cuerdo es estar loco. Hasta Rimbaud lo sabía. Que, pobre Arturo, nada sabía. Por eso sabía.
Pero Arturo no hizo coplas. Yo sí.
Ahi les van unas.
Canción de unas pocas coplas: Una copla me han pedido / y aquí la copla les va. / Pocos como yo han nacido / y no creo que nazcan ya. // Una copla me han pedido / y negarla no es decente. / Qué bonito es el olvido / de la tristeza, pariente. // Una copla me han pedido. / Ni modo que no, diré. / Diré mi copla. Sentido / siempre he sido y lo seré. // Una copla me han pedido. / Ni modo que no la cante. / Saber lo que no he sabido / no es cosa que a mí me espante. // Una copla me han pedido / y ya para despedirme / les digo: mucho he sufrido, / pero no sé arrepentirme. / Una copla me han pedido / que ya sea la del adiós. / Tengo el corazón partido / en dos mitades, en dos.
Quería por esta vez y desde hace mucho hablar de la copla. La mejor manera de decir lo que un poeta puede decir. Claro que he leído y escuchado muchísimas coplas. Yo soy un poeta popular, no porque lo sea, sino por lo mucho que he oído de poesía popular. Me he cultivado en lo popular, porque… de ahí vengo, no de lo culto. Pobres de los cultos, digo yo, si no se han cultivado en lo popular.
¿Será? ¿Me equivoco? ¿Presumo de lo que no, de lo que no se puede presumir, ni mucho menos se debe? Tal vez. La copla sabe más de la poesía que cualquier poeta. En eso hay que confiar.
La copla te dice. La copla dice lo que de ti mismo no sabrías nunca decir. Una copla me han pedido / que cante y la canto yo. / Yo, que jamás me he medido, / hoy me mido, y se acabó.
Pues no se acabó, porque el espacio de que dispongo me pide un poco más de palabras. Pues ahi les va otra copla y la última: Me pidieron una copla / que yo no supe decir. / Pero dije: el viento sopla / más que mi voz, y hay que oír.