Ciudad de México. “La UNAM es la universidad de la nación”, confirma Alberto Vital Díaz, director del Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE), cuando expone parte de los 10 desafíos que plantea en su proyecto como aspirante a la rectoría para el periodo 2023-27.
Admirador del historiador y escritor Justo Sierra, el ex coordinador de Humanidades de la universidad entre 2015 y 2019 y también ex director del Instituto de Investigaciones Filológicas afirma que el suicidio de Salvador Allende hace 50 años marcó su ingreso a la máxima casa de estudios.
En ese año empezó su bachillerato en el CCH y recuerda que el golpe de Estado en Chile despertó el entusiasmo desde la poesía y eso me fue marcando desde el punto de vista humano
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En el jardín privado que tiene junto a su oficina, circundado por las rocas volcánicas de Ciudad Universitaria, compartió con La Jornada sus reflexiones sobre la situación que impera en la universidad, la defensa de la autonomía, las estrategias que pondría en marcha como rector y la importancia de la Ley Orgánica.
–En los rectorados han predominado los doctores, los ingenieros, los abogados. ¿Cree que alguien de las humanidades puede ser rector en esta ocasión?
–A mí me inspira mucho la figura de Justo Sierra, fundador de la universidad, que a los 25 años ya era un buen poeta. Entonces, las humanidades son una visión de conjunto de la vida social. Históricamente han estado en el origen de las universidades.
Yo aportaría la reflexión de las relaciones entre la inteligencia natural y las inteligencias artificiales, donde todavía tenemos caminito por recorrer y ahí el Instituto de Investigaciones Filológicas, Jurídicas, Filosóficas y otros más tienen mucho qué decir, sobre todo para las mutaciones en el ámbito laboral.
–¿Cuáles son las fortalezas y los rezagos en la universidad?
–Somos una de las 100 mejores universidades del mundo. Tenemos grandes espacios de docencia y de investigación, y una democracia por cuerpos colegiados que funciona bien. Somos la casa editora más importante de América Latina. Editamos 10 libros por día hábil al año. Vinculamos la cultura con la investigación y la docencia, además de las actividades deportivas.
“Entre los desafíos se necesita una mayor articulación para que nuestra planta estudiantil se sienta más segura. En mis propuestas planteo 10 grandes desafíos para la universidad, como actualización docente, construcción del futuro, erradicar las violencias, emergencias climáticas, ciertos extremismos que pueden ser peligrosos y, desde luego, riesgos como crisis presupuestarias.
Pero también la relación entre lo que aprenden en el aula y lo que les va a servir para la vida. Estudié los 235 planes de estudio de la licenciatura y en algunos es claro que hay que vincular al estudiante con el mundo del trabajo. Mi hipótesis es que parte de la angustia que sufren nuestros estudiantes está relacionada con la preocupación por el futuro. A veces los mensajes públicos en redes sociales son un poco escépticos y esa sería una de mis tareas más importantes como rector: vincular y orientar más estrechamente a los estudiantes con el mundo del trabajo.
–¿Qué tiene Alberto Vital que no tengan otros aspirantes para ser rector?
–Tengo una comprensión aguda de hacia dónde va el planeta en los próximos decenios; qué es lo que va a exigir del mundo y cómo necesitamos una preparación mucho más articulada. Tengo en mi proyecto 44 propuestas muy concretas y meditadas acerca de cómo podemos vencer estos 10 desafíos y convertirlos en oportunidades.
En cada propuesta sé quién y qué entidades pueden realizarlas, así como tiempos de realización para que no se queden en el aire. Mi comprensión de que estamos en un momento de inflexión en el país y esto puede ayudar a las comunidades universitarias.
–Los proyectos de los aspirantes coinciden en buscar soluciones al tema de los maestros de asignatura. ¿Usted cómo lo atendería?
–Mi propia experiencia en el centro que dirijo me ha permitido tener un trato más directo con los profesores de asignatura y comprendo muy bien la preocupación y cada vez que hay una vacante en el centro, la ocupa un profesor de asignatura y ese podría ser un principio. Lo sugeriría y desde la rectoría lo impulsaría.
Invitaría a los maestros de asignatura a que tengan más horas con nosotros, elaborando materiales didácticos y eso fortalece su pertenencia, enriquece su programa editorial y quién mejor que ellos para elaborar estos materiales.
–¿El tema de los rechazados?
–Yo haría lo siguiente: como la Red de Educación Continua de la universidad es muy rica, por lo menos a 5 mil aspirantes que se hubieran quedado muy cerca de entrar al bachillerato y otros 5 mil de licenciatura, los invitaría a incorporarse al curso, diplomado o taller que sientan más cercano a su vocación de manera que podamos atenuar esta sensación de rechazo y tengan algo vinculado a sus intereses en lo que esperan una nueva convocatoria o deciden ingresar a otra institución.
–¿Y la violencia de género?
–La universidad ha hecho mucho. Como directores hemos tomado cursos sobre micromachismos y techos de cristal. Estamos aprendiendo todo el tiempo y en mi proyecto trazo tasa cero en feminicidios, en embarazos no deseados y como filólogo pienso mucho en la violencia verbal que muchísimas veces es la primera manifestación de la violencia física.
Debemos comunicar bien dónde empiezan estas violencias verbales, sobre todo las que están disimuladas y en el análisis del discurso debemos elaborar una App de acceso inmediato a los alumnos.
–¿Qué haría para dialogar con un gobierno que ha sido crítico con la UNAM?
–Aristóteles hablaba de que la relación entre dos personas se puede basar en el tercero superior. En este caso ese tercero superior es México, y es nuestra meta.
“La universidad es un espacio abierto a las críticas y autocríticas. Son respetables y respetadas; nos invitan a pensar nuestro día a día y a no dormirnos en nuestros laureles. Entonces, son saludables los comentarios críticos.
En el cuarto punto de los 10 desafíos que desarrollo en mi proyecto hablo de la conexión con autoridades federales, estatales y locales para puntos muy específicos. Con los tres poderes de la unión podemos colaborar desde el primer día de la próxima rectoría.
–¿Cómo mejoraría los procesos administrativos para trámites en la universidad?
–El rector Enrique Graue nos pregunta qué hemos hecho para simplificar e innovar, qué pasos podemos eliminar, porque es una preocupación constante. Tenemos que digitalizar muchos trámites que ahora se hacen en papel y se tiene que hacer un diálogo con el gobierno federal para que la Secretaría de Hacienda nos valide y proteja firmas digitales para que los trámites sean más ágiles y no tengas que ir a una ventanilla. La simplificación va de la mano con la digitalización y con los candados respectivos para la protección de datos personales.
–¿La autonomía está en riesgo en ciertos periodos? ¿Cómo se le defiende?
–La defendemos todos los días con nuestras propias actividades. Por ejemplo, la libertad de cátedra y de investigación. Las decisiones más importantes se toman en el aula, en las bibliotecas, en las prácticas de campo y la autonomía es para que tengamos esa capacidad de innovación.
“Es un valor en sí mismo que se realiza todos los días y se defiende con mayor capacitación como docente, alumno y en los cuerpos colegiados. Desde dentro está profundamente fortalecida.
La ley Orgánica lo dice claramente desde su primer artículo: contribuir a resolver los problemas nacionales y sí lo hacemos. Somos la universidad que le responde a la nación desde las leyes que se da así misma.
–En su proyecto señala que la Ley Orgánica es un gran instrumento jurídico, pero ¿amerita actualizarse?
–En lo personal veo muy sólida la Ley Orgánica. Nos ha dado certeza durante 80 años. Tiene equilibrios muy logrados entre las instancias que deciden. Además, es breve, concisa y se cumple plenamente. Está muy bien pensada, pero hay que atender las inquietudes de la comunidad universitaria.