Desde que la Fed se reunió por última vez en julio, la economía va por la dirección que sus funcionarios deseaban: la inflación ha cedido —aunque no tanto como esperaban muchos estadunidenses— el crecimiento económico va por buen camino y el mercado laboral está enfriándose.
Cuando se reúnan de nuevo esta semana, lo más probable es que los funcionarios decidan que pueden esperar a ver si la tendencia se mantiene. Por lo tanto, es casi seguro que no modifiquen la tasa de interés referencial cuando concluya el encuentro el miércoles.
Aunque, se congregarán en medio de una huelga de trabajadores de la industria automovilística, un posible cierre del gobierno federal y pagos de préstamos estudiantiles que plantean nuevos riesgos para los consumidores.
La disminución de la inflación sugiere que el banco central estadunidense está llegando a la cúspide de la serie de aumentos de tasas que desató en marzo del año pasado. La institución aumentó las tasas a un ritmo más rápido en cuatro décadas, lo que encareció el crédito para negocios y particulares.
Para los inversionistas y analistas, la interrogante es qué viene ahora. La persistencia de las presiones inflacionarias se hizo evidente en dos reportes del gobierno emitidos la semana pasada, lo que añade algo de incertidumbre a las proyecciones.
Claudia Sahm, execonomista del banco, dijo creer que un “aterrizaje suave” —en que se logra domar la inflación sin causar una recesión— sigue siendo posible. Pero al mismo tiempo advirtió que la inflación podría seguir siendo más alta de lo que calcula el banco. O, sugirió, el efecto acumulado de los 11 aumentos de las tasas de interés podría empujar la economía hacia una recesión.
“Estamos en un punto en que la situación podría ir en varias direcciones”, destacó Sahm. Los funcionarios de la Reserva Federal “reaccionarán según las circunstancias lo ameriten”.
No obstante, como ya se espera que la economía se desacelere en los últimos meses del año, las interrupciones prolongadas en la industria automovilística y en las agencias federales podrían tener resultados impredecibles, como disminuir el gasto de los consumidores o hacer subir los precios de los autos.
Esto supondría un revés en la lucha de la Fed contra la inflación y podría producir el tipo de golpe a la confianza de las empresas y los consumidores que podría significar la diferencia entre un "aterrizaje suave" y una recesión.
En octubre, millones de consumidores tendrán que hacer frente a la renovación de los pagos de los préstamos estudiantiles, lo que les desviará de otros gastos. Esto hizo que los economistas de Goldman Sachs moderaran sus perspectivas, por lo general optimistas, advirtiendo de un "bache" en el cuarto trimestre que podría restar más de un punto porcentual al crecimiento del Producto Interno Bruto.
Vincent Reinhart, economista jefe de Dreyfus y Mellon y antiguo jefe de la división de política monetaria de la Fed, afirmó que, con las agresivas alzas de tasas aún en marcha, los bancos restringiendo el crédito y los consumidores llegando al final de la era pandémica del ahorro, puede que no haga falta mucho para desviar la economía de su curso.
Como riesgo añadido, señaló que la reducción del balance de la Fed está alcanzando niveles que podrían endurecer de manera inesperada las condiciones financieras.
"La recesión se produce por impactos relativos a la vulnerabilidad de la economía. Si se llega tarde a un ciclo de endurecimiento, la tasa de los fondos es restrictiva, los colchones se han reducido, entonces se es más vulnerable", dijo. "Este tipo de acontecimientos se habrían descartado hace un año".
Dado que ya se espera que la Fed mantenga la tasa oficial entre el 5.25 por ciento y el 5.5 por ciento en su reunión de los días 19 y 20 de septiembre, cualquier riesgo que surja puede hacer poco más que cambiar la atmósfera y el lenguaje en torno a la reunión.
De todos modos, los banqueros centrales han ofrecido poca orientación sobre las próximas decisiones. Es probable que se acerquen al final de las alzas de tasas que iniciaron en marzo de 2022 para defenderse de la elevada inflación, pero no están preparados para afirmar con certeza que han tocado techo ni para indicar cuándo podrían recortarse, en parte porque están divididos sobre los próximos pasos.
En los últimos meses, los datos económicos han jugado en general a favor de la Fed, con una inflación a la baja incluso pese a que la economía sigue creciendo por encima de la tendencia y sumando un buen número de empleos cada mes.
No obstante, la paralización de dos importantes sectores -con 146 mil trabajadores del sector automovilístico en huelga y 800 mil empleados federales sin sueldo- mermaría el crecimiento y la confianza cada semana que pase.
Los analistas temen que se prepare el terreno para conflictos persistentes en ambos frentes.
Según Michael Pearce, de Oxford Economics, "las circunstancias únicas de esta vez significan que cualquier impacto de la huelga podría ser particularmente perjudicial", ya que las cadenas de suministro siguen enredadas por la pandemia y se espera que la negociación sea intensa, porque los trabajadores intentan recuperar el terreno perdido frente a la inflación en medio de unos beneficios récord de la industria.