Ciudad de México. La virtual candidata presidencial de Morena y sus aliados, Claudia Sheinbaum Pardo, escogió Michoacán para iniciar la primera de sus giras ya casi electorales. El anfitrión financiero, Alfredo Ramírez Bedolla, organizó actos masivos optimistas en medio de una larga situación crítica que vive la entidad a causa del crimen organizado, sus choques internos y sus agresiones a la población civil, que rebasan a las diversas instancias de gobierno.
Claudia, a lo suyo: mantener la visualización propagandística de amplias expresiones a su favor, reiterar alianzas políticas con los cuadros directivos estatales (los comités de defensa de la llamada 4T) y abrir el escenario a la incorporación de personajes y grupos disímbolos a cuenta y cuento de que firmen un Acuerdo de Unidad para la Transformación al que pueden concurrir militantes y simpatizantes de otros partidos, que al estampar su firma iniciarían un proceso de supuesta redención cívica y eventuales postulaciones a cargos. ¿Dónde o cuándo se ha escuchado antes eso?
En un primer plano, a esta gira acompañaron a la virtual candidata el presidente del partido, Mario Delgado, y uno de los tres coordinadores hasta ahora designados, Gerardo Fernández Noroña, responsable de las vocerías. Una fotografía alegre mostró a estos tres personajes con el transportador local, el gobernador Ramírez Bedolla, anunciando su arribo a Morelia.
Aparte llegaron Ricardo Monreal, otro de los integrantes de la trinidad coordinadora, y Manuel Velasco Coello, del Verde, quien no tiene cargo en la estructura claudista pero asegura que se sumará a todo lo que le sea posible en apoyo de la virtual candidata. No asistió Adán Augusto López Hernández, quien se va especializando en no acompañar a Sheinbaum en actos públicos significativos. ¿Será porque tiene más trabajo que los otros coordinadores y ello le impide andar bajo los reflectores?, ¿o subsiste algún tipo de malestar o mal entendimiento que no se ha podido procesar positivamente?
Los festejos patrios permitieron a muchos asistentes al Grito, y al posterior desfile cívico y militar, reiterar sonoramente su adhesión al Presidente de la República, quien nuevamente añadió vivas y mueras en la noche del 15 a la alocución tradicional.
Entre los invitados a la ceremonia en Palacio Nacional no estuvieron las representantes de los otros poderes (las presidentas de la Corte, Norma Piña, y del Congreso, la diputada priísta Marcela Guerra), lo cual generó críticas de parte de opositores al obradorismo, quienes consideraron que así se agrava la tendencia “dictatorial” del político tabasqueño. No es un asunto jurídico, pues no hay normatividad que obligue al Ejecutivo a invitar a los festejos patrios a los titulares de los otros poderes, pero sí de urbanidad política que en este caso fue rota por expresas divergencias del habitante de Palacio Nacional, sobre todo con la ministra Piña.
El mismo 15, horas antes del Grito, Ovidio Guzmán fue extraditado a Estados Unidos, en un movimiento sorpresivo que incluso llevó a temer reacciones violentas de esa facción del cártel de Sinaloa, que no se produjeron. Hijo de Joaquín Guzmán Loera y apodado el Ratón, Ovidio fue la figura central de dos culiacanazos, menos grave el segundo (en enero de este año), cuando sí lo detuvieron, que el primero (en octubre de 2019), cuando hubo de ser liberado por orden presidencial para evitar la masacre que prefiguraban en la capital sinaloense los dominantes comandos jefaturados por los Chapi tos.
Y, mientras la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena ha determinado, aunque sin plazos, la ruta a seguir para resolver las quejas de Marcelo Ebrard por el pasado proceso interno, ¡hasta mañana, con Xóchitl Gálvez tratando de poner distancia del tema candente de sus casas, la que apostó y aún no alcanza a demostrar que cumplió al cien con lo prometido al perder, y la que posteriormente compró en medio de un tufo innegable de corrupción!
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