Ciudad de México. En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se viven condiciones de desigualdad
que es necesario revertir, especialmente con los profesores de asignatura, quienes no reciben un pago adecuado por su trabajo pese a ser responsables de impartir la mayoría de las cátedras en la máxima casa de estudios.
De esa manera resume su visión el politólogo y filósofo de las ciencias Ambrosio Velasco Gómez, quien aspira a la rectoría de la universidad con una propuesta que destaca la creación de una red de centros interculturales en comunidades indígenas o rurales, donde los saberes tradicionales se fusionen con los académicos para crear un nuevo paradigma
educativo.
Integrante del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, Velasco ocupó de 2001 a 2009 la dirección de la Facultad de Filosofía y Letras. En entrevista, llamó a democratizar la vida interna de la universidad, y en ese contexto terminar con los fueros
de maestros y trabajadores administrativos en casos de violencia de género.
–¿Cómo ve hoy a la UNAM y cuáles son sus principales preocupaciones?
–La primera de ellas es la fuerte desigualdad interna que hay, sobre todo con los profesores de asignatura, que son los que sostienen el grueso de la vida académica de esta universidad: más de 70 por ciento de los cursos están a cargo de ellos, y sus ingresos son mucho menores que los de los profesores de carrera.
Estoy consciente de los problemas presupuestales, pero se debe buscar revertir esa desigualdad a fin de dignificar y abrir más oportunidades para estos maestros, con programas similares a los que se dedican a los académicos jóvenes, pero sin tope de edad. Hay que ir más allá, en una campaña de regularización para ellos.
–¿Se necesitaría más presupuesto para este proyecto, usar mejor el que hay o ambas cosas?
–Todo. Hay que ver la posibilidad presupuestal de que los profesores que dan más de 12 horas puedan aspirar a plazas de medio tiempo, y quienes dan más de 30 se conviertan en profesores de carrera. También tenemos que apoyar a los ayudantes de profesor para que tengan nuevos horizontes.
–¿Cómo resolver el tema de la violencia de género?
–Esta ha sido una prioridad y creo que se ha trabajado mucho al respecto, sobre todo en el segundo periodo del rector Enrique Graue, pero sigue habiendo inequidades injustificables, como el hecho de que algunos casos de supuestos transgresores, si son académicos o administrativos, no son enviados al Tribunal Universitario.
Es como si tuviéramos un fuero. ¿Por qué no somos juzgados en caso de cometer una transgresión a la normatividad en temas de violencia de género? Además, sería muy recomendable que hubiera algún órgano auxiliar del Tribunal Universitario para asegurar la existencia de una perspectiva de género en estos casos.
Reclamo justificado
–¿La UNAM se tiene que democratizar?
–Sí, hay un reclamo muy justificado de que haya mayor democratización de la universidad. Aquí yo retomo las ideas de Luis Villoro y don Pablo González Casanova, para que este proceso no sea una copia (con sus defectos) del sistema político mexicano, de partidos y votaciones.
“En lo que debe aumentarse la participación de la comunidad es en la auscultación y reglamentar esos procesos. Debe haber justificación clara de por qué el rector forma una terna de cierta manera, y lo mismo para las decisiones que tome la Junta de Gobierno. Más transparencia y rendimiento de cuentas, que es una práctica muy sana en toda democracia.
Esto es en el ámbito del nombramiento de autoridades, pero no es lo único que hay que democratizar. Tan importante es éste, como la vida académica y la toma de decisiones en ese ámbito por parte de los cuerpos colegiados.
Red de centros interculturales
–¿Cómo debe involucrarse la UNAM en la resolución de los problemas nacionales?
–Nuestra universidad debe transformarse y responder a diversos retos, particularmente al carácter pluriétnico y multicultural de nuestra nación. Por eso propongo la creación de una red de centros interculturales de docencia, innovación e investigación, ubicados principalmente en comunidades indígenas, rurales o alejadas de la zona de alcance de las universidades. Esto no es una mera utopía, ya existe el Centro Ayuuk, en la sierra mixe de Oaxaca, en San Pedro y San Pablo Ayutla.
–¿Cuál sería el propósito de esos centros?
–Construir un nuevo paradigma, con la articulación de conocimientos, saberes y metodologías, orientado a la resolución de los problemas de localidades marginadas. Que la universidad esté ahí, pero no con una actitud de traemos el saber y las soluciones
, sino en actitud de interculturalidad y transdisciplina. Los conocimientos tradicionales son válidos e importantes, igual que los científicos, humanísticos o técnicos.
–¿La UNAM necesita hoy un rector con un perfil más de ciencias sociales y humanidades?
–Diría que sí, pero lo importante no es tanto de qué disciplina sea, sino qué perspectiva tiene para impulsar ese nuevo paradigma, que debe ser alternativo y complementario de los vigentes. Lo que necesitamos, y esto es algo que le preocupaba mucho a don Pablo González Casanova, es romper con el colonialismo y la dependencia científica, tecnológica y hasta humanística que tenemos respecto a las metrópolis.
Convergencia con el gobierno
–Vemos que el Presidente y algunos ministros de la Suprema Corte han sido muy críticos y observantes con la UNAM, ¿cómo hacer frente a esta situación?
–A todo mundo nos preocupa esta tensión creciente entre universidad y gobierno, sobre todo con el federal, y pienso que la mejor manera de superarla es preservando la autonomía y cumpliendo con nuestros compromisos sociales lo mejor posible.
Al involucrarnos más con los problemas nacionales es cuando se va a dar la convergencia con el gobierno, para construir una nación más justa, equitativa, democrática libre y plural, y estoy seguro de que esas tensiones se van a eliminar o a disminuir mucho.
–¿La UNAM tiene presupuesto suficiente?
–El presupuesto no ha aumentado en los años recientes e incluso ha disminuido, y sin embargo la matrícula se ha elevado significativamente, que es un mérito del rector Graue. Se ha hecho más con menos, y ese es un reto que debemos seguir manteniendo. Hay que optimizar lo más posible el gasto para seguir así.
–¿Qué piensa del tema de los aspirantes rechazados?
–En licenciatura sólo entra 11 por ciento de los que lo solicitan, ¡es bajísimo! Mi propuesta es fortalecer la educación a distancia, porque también esto puede ser una opción para los maestros de asignatura, para que aumenten su trabajo e ingresos. El futuro de la universidad está en gran medida en las modalidades a distancia.